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Si las letras se ven así son pensamientos de Jungkook
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Me había mudado todo el camino desde Busan hasta Seúl.

Había dejado en aquel lugar un sinfín de mi vida. Pero ahora todo eso parecía causar que las lágrimas siguieran saliendo en botones ligeros que atravesaban todo mi rostro hasta mi barbilla y golpeaban mi pecho con dureza, dejando la marca de su pasó en mi sudadera.

Cuando mis lágrimas cesaron, decidí que odiaba esto. Odiaba despertar y atravesar mi habitación casi corriendo para no tener que verme a mí mismo en el espejo. Odiaba haberme vuelto un bebé llorón que no podía detener las lágrimas. Odiaba verme tan terriblemente destruido que mis padres tuvieran que culparse por lo que me había pasado. Odiaba los recuerdos. Odiaba ESE recuerdo. Lo odiaba a él.

***

Había vivido toda mi vida en Busan. La gente solía decirle a mis padres que yo era un niño adorable. Con dientes de conejo y con mucho talento.
Tocaba el piano desde que cumplí diez años y nunca había existido nada que amara más que la sensación de tocarlo y observar mi dedos presionar las teclas para liberar un sonido tan hermoso que hacia que mi corazón se detuviera en mi pecho por un diminuto segundo.

Lo amaba tanto. Miraba todo lo que hacía tan absorto en ese hermoso instrumento, que nunca note como el hijo de la mujer que me daba clases me miraba a mí.

Él nunca fue malo. Yo no pude darme cuenta, porque él me trataba como su hermano menor. Llevaba comida todos los días para mí, compraba juguetes cuando era niño y luego regalos para dármelos a mí. Él se comportaba como mi hermano mayor.

Pero no lo era.

Yo tenía diecinueve y él veintidós cuando su mamá, la señora Sojun, decidió que era buen momento para tomar unas vacaciones y relajarse de su ajetreada vida.
Ella me lo dijo y una semana después estaba tomando un vuelo a algún lugar que yo desconocía.
En ese momento yo creí que tendría que dejar el piano o conseguir a otra persona que me diera clases. Pero cuando él se ofreció a remplazar a su mamá y enseñarme, yo no pude darme cuenta que él no lo hacía porque me considerara su hermano menor.

Porque él definitivamente no lo hacía.

Era un día tan bonito que casi me siento culpable por arruinarlo.

Tocaba tan bien como su mamá. Él miraba las teclas con la misma devoción en la que yo lo hacía, parecía que tocaba con todo su ser.

Nunca me di cuenta que solo lo hacía para que yo creyera que él nunca me haría daño.

Pero al final me hizo daño.

Solo puedo recordar pequeños lapsos de lo qué pasó. El doctor que me atendió después dijo que era el trauma.
El trauma de que una persona que yo apreciaba me hubiera violado.

Él me tocó. Me tocó por todos lados. Pero no fue con la hermosura y delicadeza con la que tocaba las teclas del piano. Él solo... me tocó. Me tocó y me violó. Utilizó toda la admiración que yo sentía hacia él para que yo no fuera capaz de gritar.

No emití ni un solo sonido. Me quede tan callado y estaba tan desesperado. Yo deseaba que alguien llegará en cualquier instante y detuviera la desesperación y el dolor que estaba sintiendo

Pero nadie nunca llegó.

Y él se fue. Cuando fui capaz de llorar, él ya no estaba ahí para ver el dolor que me había causado. Se había ido y me había dejado con el asco más grande por mi mismo, que deseaba que nunca nadie sintiera.

Luego de tres meses, había dejado el piano. Había dejado de sentir cariño o incluso cualquier otro sentimiento por algún hombre además de mi padre. Había dejado de hablar. Había dejado de existir.

Nunca volví a tocar el piano. Aveces extrañaba la sensación de las teclas debajo de las yemas de mis dedos, pero cuando lo extrañaba volvía a mi el recuerdo de sus dedos tocando mi piel. Y nunca más fui capaz de tocar un piano de nuevo.

Mis padres solo decidieron que lo mejor para mí era irnos de Busan y alejarnos de todo eso que me había arrancado la vida en tan solo un momento. Así que cuando el doctor dijo que yo tenía un trauma; ellos reservaron tres boletos de avión, vendieron mi casa y me alejaron de Busan.

De mi vida. De mi piano.

***

La lluvia sonaba estruendosamente afuera y yo me había sentado en una banca del salón, esperando que nadie pudiera ver a través de mi enorme sudadera el débil cuerpo que me esforzaba por ocultar para que nunca nadie pudiera herirme. Otra vez.

Aunque yo sabía que solo lo ocultaba de los hombres.

Porque tenía miedo. Porque él robo mi seguridad. Y ahora tenía miedo. Tenía miedo de que algún hombre me tocara otra vez, de la asquerosa forma en la que el me había tocado.

Las lágrimas se detuvieron a pesar de mi poca capacidad para frenarlas, y la gente empezaba a entrar en pequeños grupos de personas que conversaban alegremente. Cada vez que un hombre atravesaba la habitación me saltaba el corazón en el pecho tan fuerte que lo oía palpitar en mis oídos. Y cada vez que alguno de ellos posaba sus ojos curiosos en mi, o pasaba casualmente a mi lado sentía que toda la sangre se drenaba de mi cuerpo. 

Había decidido que no me comportaría extraño. Que sería el Jungkook que mostraba sus dientes de conejo y tocaba el piano, claro, sin tocar el piano. Pero no podía evitar temblar imaginando que cualquiera de ellos podría pensar igual que él. Que cualquiera de ellos me fuera a tocar como él.

Asi que a pesar de la promesa mental que me hice y que le había hecho a mi padre unos momentos antes; no dije nada. Agache la mirada esperando que eso me ocultara de las miradas que por casualidad me habían observado.

Pero no fue posible.

-Hola -La voz me detuvo el corazón. Por un segundo mi mirada se quedó atorada en el pellejito que seguía esperando por ser arrancado. Y luego alce la vista. Tan lentamente que seguro la persona parada al lado mío había notado el miedo en mis movimientos. Cuando alce la mirada, a mi lado se encontraba un muchacho con cabello café y una sonrisa divertida que atravesaba su rostro. Incluso parecía dolorosa.-Mi nombre es Kim Taehyung, ¿Eres nuevo cierto?, ¿Cuál es tu nombre?

El miedo me estaba provocando la necesidad de volver a llorar, pero recordé la promesa e intente tragar el monton de lágrimas que se formaron en mis ojos para contestar -Jungkook -Formule mi nombre en un susurro tan diminuto y débil que me avergoncé inmediatamente de mi mismo.

-¿Jungkook?, es un lindo nombre. Escucha jungkook, parece que no te sientes muy cómodo aquí, porque bueno, eres nuevo y aún no conoces a nadie, así que si no te molesta me gustaría ser tu amigo, podría mostrarte la escuela y presentarte a más personas, ¿Que dices?, ¿Puedo sentarme contigo?

Cuando lo escuché hablar y vi cómo su sonrisa se hacía incluso más grande, el miedo se disipó lentamente hasta que el pensamiento de que podría cumplir la promesa,  se instaló en mi mente dejando que una tímida y diminuta sonrisa se posará en mi rostro cuando moví la cabeza ligeramente en afirmación.

Confía Jungkook. Confía en él.

ᵀᵒᵘᶜʰ ᵐᵉ ⤷  ʲⁱᵏᵒᵒᵏ ♡ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora