ᵀᵒᵘᶜʰ ᵐᵉ ⤷ ʲⁱᵏᵒᵒᵏ ♡

23

Me dolía la cintura.

Es decir, ya sabes, llevaba sentado por más de tres semanas, estaba a punto de llegar al mes y por su puesto que me dolía la cintura.

El doctor del hospital no me dejó salir aún cuando superé mi ansiedad post-traumática. Que fue exactamente después de que mi papá acariciara mi cabeza hace tres semanas y media.

Hoy era miércoles. No había visto muchas personas. Mis papás se paseaban todo el día en mi habitación pero el doctor insistía en tenerme aquí aún cuando ya no lloraba y realmente, realmente, quería irme a casa y extrañamente volver a la escuela.

Bueno si, no extrañamente. Quería ver a mis amigos. Amigos.

Y a Jimin.

Sinceramente quería ver a Jimin. Él no había venido.  Nadie lo había echo porque el doctor dijo que era mejor mantenerme en un estado tranquilo y ellos, se refirió especialmente a Jin, eran muy energéticos.

Así que si, la última vez que los vi, ellos gritaron mucho, pero aún así realmente tenía deseos de que estuvieran aquí. Me aburría en la habitación.

Me habían mudado a un cuarto. Estaba con una niña. Ella tenía el cabello anaranjado y a veces cuando la veía sonreír me recordaba a Jimin. Todo me recordaba a Jimin en realidad. Desde el té que traían las enfermeras en la mañana hasta la manta afelpada color azul celeste que tenía sobre la cama. Ni siquiera se porque. Era algo medianamente deprimente la verdad.

Ninguno de mis padres pregunto por Jimin. Mamá se mantuvo callada y solo se encargaba de rodearme con abrazos o besos constantemente. La dejaba hacerlo. Y mi papá. Él me traía tareas de la escuela y hablaba conmigo o leía para mi. Era casi una rutina.

No me gusta estar aquí; y la cintura me duele.

Como justo ahora. El doctor lo recomendó, él dijo algo como "lo necesita, le hará muy bien" y luego se marchó de la habitación dejando su aroma a colonia rondándome en la cabeza. Pero sí, él lo recomendó.

— ¿Te gustaría hablarme de algo Jungkook? — me sentaba durante una hora. Solo escuchaba a la señorita Margaret diciéndome oraciones amables. Mi psicóloga. El doctor la recomendó. Hablar podría ayudarme a no pasar por un ataque de pánico otra vez. En realidad, yo lo sabía. Estuve en tres psicólogos antes, uno por mes. Pero me gustaba estar aquí. Me sentaba en un sillón más grande que yo, color canela. Olía el aroma de la vainilla que salía desde una vela aromática en el escritorio de madera y contaba las pecas de la señorita Margaret. Era agradable, me gustaba. Pero no hablaba. Ella si pero yo no. Quería hacerlo pero por alguna razón ella me recordaba a Jimin y entonces perdía la concentración.

La psicóloga Margaret tiene un pequeño hoyuelo en la comisura de la mejilla. Su cabello huele a té de manzanilla y sus ojos se hacen finas líneas cuando sonríe. Ella es bonita y me recuerda a Jimin.

La veo toda la hora y me gusta escuchar su voz. Pero nunca hablo. Se bien porque. Se que ella no es Jimin y aveces me siento como un paciente de un psiquiátrico imaginando que ella es Jimin. Pero si hablo el cabello corto y anaranjado se va y veo sus rizos negros.

— Supongo que no ¿verdad?... — dice sacándome de mis pensamientos. Ya no se ve como Jimin.

Ni siquiera se porque mi repentina obsesión. Jimin me salvo, o algo así. Pero de todas maneras aún me parecía extraño sentirme tan necesitando de oír su voz o lo que sea que mi tonto corazón necesitará de él.

¿Me estaba volviendo loco?

La señorita Margaret escribió algo en su libreta. Era de gatitos, había uno color gris acostado con la panza hacia arriba, es lindo y gracioso. También veo eso cuando estoy aquí. Dejo que ella se acomode un mecho de cabello detrás de la oreja y luego suspiro. Tengo que hablar. — En realidad... si-si quiero... — meneo la cabeza mientras hablo. No susurros, palabras reales y completas. Ya no susurros.