Parte 20

188 9 0
                                    

Todo lo que quedaba en mi apartamento eran algunos muebles

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Todo lo que quedaba en mi apartamento eran algunos muebles. Todo mi coche y la camioneta de Jerry contenían mis cajas cargadas y yo estaba oficialmente estrellándome en su casa esta noche. No le había dicho a Kieran aún, pero estaba a punto de hacerlo. No sabía con qué frecuencia tenía chicas a su casa pero parecía como si pudiera ponerse incómodo y no podía permitir eso.

—¿Así que en serio casi te dispararon? —preguntó Ruthie mientras nos sentamos en su sofá en la sala de estar.

—Sí. Por favor, no lo hagas, Ruthie.

—No voy a decir nada, pero estoy contenta de que estés fuera de allí. No estoy segura de lo que estabas tratando de demostrar mudándote allí pero era una locura.

No podía discutir con lo que dijo. Mirando hacia atrás ahora, Joe había tenido razón. Fue una jugada tonta. Tal vez me sentí como si tuviera algo que demostrar. Dos de mis familias de acogida eran negras, así que pensé que encajaría... pero no puedo encajar con el peligro.

—Vamos a hablar de Kieran y su sexy culo —sugirió Ruthie.

Me recosté en el sofá y cubrí mi cara. —¿Quieres decir el chico de culo caliente, también conocido como mi cliente, con el que he roto casi cada código de ética?

—Sí, ése es el único —dijo ella confirmando mis sentimientos y lanzándome una almohada desde el extremo opuesto del sofá—. ¿Cómo has sido poco ética, chica sucia? Dame los detalles.

Rodé los ojos. —Cállate, Ruthie. Ya sabes, cuando empezó era fácil que no gustara, porque era este arrogante imbécil pomposo. Viniendo a mí, tratando de intimidarme, pero luego cada vez, vi pequeños pedazos de él que no eran... imbéciles. Se me cayó un archivo una vez y de hecho me ayudó a recogerlo.

—Guau. Veo lo que quieres decir —dijo con sarcasmo—. Te ayudó a levantar algo. Un verdadero príncipe.

Las dos nos reímos.

—Lo digo en serio. Hay estas pequeñas cosas que él hace... y son grandes cosas para mí. Me dio un aventón a casa cuando mi coche se averió. Él nos conectó a Winks. Se paró en un charco para conseguir mi chancleta. Vino al hospital sin dudarlo.

Ruthie masticó los lados de sus dedos, escuchando y comenzando a sonreír abiertamente

—Suena como si él estuviera convenciéndote.

—¡Lo sé! Y entre yo diciendo que no y él diciendo no... —Negué con la cabeza.

—¿Tal vez ambos se niegan y hacen un sí? —Preguntó ella y ambas reímos de nuevo.

—Nos besamos anoche, Ruthie. —Hice una comida de mi uña del dedo pulgar—. Tengo que decirle a Joe que no puedo hacer terapia con él nunca más. Lo digo en serio. Si Joe averigua que estaba viviendo con este cliente — le dije, usando mis dedos para poner comillas en la última palabra y cerrando los ojos sin querer pensar en lo que Joe podría hacer —. Es por lo que no está bien lo que ha pasado. Me desperté de una pesadilla y me estaba sosteniendo, larga historia —dije, sacudiendo la cabeza—. ¡Ah, y lavó mi pelo por mí también! De todos modos. Así que después del sueño... pesadilla, me recosté contra su jodidamente duro como roca, cincelado y perfectamente esculpido y delicioso cuerpo. Cuando levanté la vista, él estaba allí. Dentro del territorio perfecto de besos. Viéndose totalmente folla-blemente-licioso.

Sessions interrupted.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora