Parte 38

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Tres días habían pasado desde nuestro viaje hacia el océano y era consciente de que me había enamorado de Kieran Scott

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Tres días habían pasado desde nuestro viaje hacia el océano y era consciente de que me había enamorado de Kieran Scott. A pesar que no estaba segura de que era el tipo de persona que se comprometía con una chica, confiaba en sus palabras y las cosas que medio-prometió. Por primera vez en mi vida, tenía la esperanza de que el amor y una vida feliz  fuera posible.

Andrew estaba mejorando, pero cuando fui hacia el viejo apartamento para verlo, Usiah dijo que había sido enviado a un hogar de crianza temporal. Al principio me dolió el corazón, pero todo lo que podía esperar era que estuviera cuidándolo, y la verdad, no estaba siendo cuidado en casa. Si pudiera hablar con él ahora, le contaría mi historia y que sabía lo que asustaba el no saber lo que vendría después. Pero mejoraría... con el tiempo, y manteniéndose fuerte.

Cuando me fui de la casa de Usiah, conduje directamente hacia donde Joe y Vivian. Nunca había pedido su ayuda, pero al menos podía comprobar a Andrew... Tenía que preguntar.

La casa olía a panadería cada vez que entraba por la puerta. Vivian siempre estaba haciendo algo fresco. Después de nuestros abrazos, nos sentamos de nuevo en la luz del sol y veíamos Joe detener la máquina y apagarla.

—Bueno, hola, chica guapa. ¿Qué te trae por acá? —preguntó Joe.

Vivian palmeó casualmente mi rodilla y entró a la casa, dándonos un poco de privacidad.

—Necesito tu ayuda, Joe.

Se sentó en una silla frente a mí y tomó un largo trago de su té helado.

—Bueno señorita, en casi tres años, esta es la primera vez. Voy a escuchar lo que tienes que decir.

Me deslicé hasta el borde de mi asiento.

—¿Sabes del tiroteo en el apartamento?

—Sí.

—Un muchacho vecino, Andrew, le dispararon.

Con una toalla, se secó el sudor de la frente.  

—Vivian me habló de él y de lo que hiciste. Que tuviste mucho coraje, pero no fue una idea terriblemente brillante, —dijo con los ojos muy abiertos al final.

—Lo sé. Andrew y yo nos volvimos cercanos. Lo cuidé. Usiah me dijo que lo enviaron al cuidado de crianza después del tiroteo y, bueno, quiero contarle mi historia, y que así tenga esperanza.

Joe sacudió el vaso, moviendo el hielo en la parte inferior.

—Bueno. Ya no tengo más casos de menores, pero puedo conseguir algo. Vivian te escribirá.

—¡Oh Joe! Gracias, —exclamé y me paré.

—Ahora tú dime algo, —dijo rápidamente.

—OK.

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