Parte 21

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Divisé su auto estacionado en la calle mientras aparcaba en la entrada

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Divisé su auto estacionado en la calle mientras aparcaba en la entrada. Yo, también, había bebido un par de cervezas en el bar de nudistas y tal vez no debería haber conducido pero quería verla. Después de abandonar el bar, supe exactamente lo que quería. Doc era una chica grande y yo sabía que ella necesitaba este trabajo y a mí como cliente. Pero, egoístamente, decidí que necesitaba más de ella. Si me perdía como cliente, encontraría la manera de subsidiar su ingreso.

La luz del porche frontal se encendió mientras salía del auto, la puerta del frente se abrió y Doc salió. Mi maldito pene que había estado escondido unas pocas horas antes, de pronto salió de hibernación.

—No tienes que hacer esto —dijo ella, con un leve balanceo en su caminar pero viéndose caliente como el demonio en su chándal y sudadera.

Dios, ella era adorable. Abrí su puerta y ella se deslizó dentro del Porsche. Ruthie nos observaba desde la ventana del frente entonces incómodamente asentí. Ella me lanzó sus dedos en señal de victoria.

La ida en auto hasta casa fue incómodamente silenciosa con un par de elocuentes sonrisas y leves risitas de parte de ella. Sólo sus pequeñas palmadas a mi brazo eran un incentivo y juro por Dios, reí fuerte una vez simplemente porque no tenía idea de lo que estaba haciendo...fuera de retorcerme un poquito en mi asiento.

De vuelta en mi casa...nuestra casa...ella silenciosamente bajó y caminó hacia la puerta dirigiéndose dentro de la casa. Cerré la puerta del garaje  detrás de nosotros. El aroma de su cabello flotaba detrás de ella y mi pene era como una varilla de radiestesia apuntando hacia el agua. Típicamente no me ponía muy duro hasta que mis pantalones estaban abajo y yo estaba revoleando los ojos al premio pero había algo acerca de Doc...tal vez era que en mi mente ella estaba fuera de los límites. Y yo estaba fuera de sus límites.

Atravesando la puerta ella tropezó y yo atrapé su brazo.

—¿Está bien, Doc?

—Sip. Ese maldito piso un poco inclinado.

Reí nervioso ante su excusa y ella también lo hizo.

—¿Cómo estuvo el helado? —preguntó ella ansiosamente observando mi respuesta.

La puerta del freezer estaba cerrada así que la abrí y recuperé mi placer de antes, mostrándole.

—¿No lo comiste? —preguntó pareciendo herida.

—Esperé.

—¿Por mí?

No respondí. La miré fijo con miedo que demasiado saliera en mis palabras. Dios, ella era todo lo que yo no era. Honesta. Genuina.

—¿Dónde están las cucharas?—preguntó ansiosamente.

Apunté al armario detrás de ella y ella consiguió una. Yo no quería probar el helado, quería probarla a ella. Un segundo beso.

Sessions interrupted.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora