Capítulo 29: ¿Será una ilusión?

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Esta es la última vez que acompaño a mi mamá a comprar. ¡Es horrible! ¿Cómo alguien puede comprar tanta ropa solo para alguien que ni siquiera a nacido? A mí con suerte me da para la comida de la escuela.

~ Los celos de la hermana mayor ~

No me critiques. Yo también quiero la parte de dinero en la que han gastado para el bebé.

Las tiendas son estresantes. El mismo olor a chicle, demasiada gente amontonad y el sonido de las cajas al pasar las ropas y sacarles la etiqueta se repiten a cada rato.

Mamá ya está como en la séptima prenda de body para el bebé y Nicolás y yo estamos sentados en los asientos en donde la gente se prueba los zapatos. Una señora ya nos retó por esto pero yo no le hice casi y Nicolás tampoco. No me iba a salir del único lugar en donde podía estar tranquila.

—Esa cara de felicidad no te la iguala nadie —Me dijo Nicolás con un tono burlesco. Estaba a mi lado y a cada rato tenía una posición diferente. Yo estoy en la misma de hace dos horas y el trasero ya no lo siento...

Lo miré de reojo sin ninguna simpatía es esta. Ya estaba estresada y que Nicolás comenzara a molestarme era gota que desbordaba el vaso de mi paciencia.

Hice una mueca y con un codazo lo empujé mientras estaba distraído, haciendo que se callera al suelo. Levantó la cabeza lentamente y me miró enojado. Yo tenía una leve sonrisa en los labios ya que la verdad que por solo el estar en la tienda la emoción de verlo vencido por mí no era tanto.

—No verte en el piso me devuelve la sonrisa —Le dije con amargura para luego llevar mi mano hacia mi mentón.

—Pues me da lástima que mi vergüenza no te de risa —Me dijo sarcásticamente. —No soy tu payaso —Se puso de pie, se sacudió la ropa y se volvió a sentar junto a mí.

—Claro que no eres un payaso, eres el monstruo de mis pesadillas —Me quejé. Nicolás era ese pequeño mosquito que rondaba cerca tuyo y que solo se iba si lo matabas, pero lo único malo es que si lo hago voy a la cárcel... es más molestoso que Dix

~ Un día de estos te daré una jaqueca tan mala que lamentarás el tener este "vicho" en la cabeza ~

Ah, tú cállate; no me fastidies ahora.

Ambos nos quedamos en silencio. No fue hasta unos minutos después que por fin vi la hermosa imagen de mi mamá yendo a la caja, otra vez... Pagó las últimas cosas y con una alegría desbordante salí corriendo de la tienda a tomar el aire fresco del resto del centro comercial. Esa tienda es horrible.

Mi alegría duró poco ya que mamá y Nicolás me alcanzaron y me obligaron a llevar varias bolsas.

—No se vale —Me quejé mientras comenzábamos a caminar. —Esto no es mío ¿Por qué tengo que llevar las bolsas? —Estas pesaban, y eso que solo era ropa.

—Porque yo no puedo hacer fuerza y Nicolás ya lleva muchas. —Dijo mamá sin mirarme. Ella miraba hacia los alrededores y me pude dar cuenta de lo que buscaba cuando sus ojos se posaron en una pequeña tienda abierta. Para mi bendición esta si era una tienda que me gustaba; era una tienda de "comida" ¿Han sentido es alegría de ver la luz del camino oscuro al que te obligan a ir? Pues, esta es mi luz.

Cuando mi mamá comenzó a caminar en dirección a esta yo no dudé ni un segundo en ir a su ritmo o incluso más rápido. Nicolás venía atrás, pero se notaba en su cara que también estaba aliviado de ver una tienda que no fuera de ropa.

Entramos y nos sentamos en la primera mesa, justo al lado de la puerta ya que mamá no quería seguir caminando.

Los menús nos llegaron enseguida. Yo iba a pedir una gran porción de pastel junto a un jugo, pero mamá me ganó y me dijo que no podía pedirlo porque le saldría muy caro. Con rabia le dije que quería lo mismo pero en porción más pequeña, y solo así me dejó. Nicolás pidió un sándwich junto a un jugo, así de simple.

El recuerdo de un amor olvidado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora