Capítulo 28: Atormentada

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— ¡Conducir! ¡Como se te ocurre eso! —Le grité a Nicolás. Justin no estaba presente ya que era la hora de descanso y últimamente tomé la costumbre de ganarme en la mesa en donde no me veía.

—Baja la voz —Me susurró molesto. —Es necesario en caso de cualquier cosa

— ¿Qué? ¿Entonces estoy haciendo esto por nada? —Le pregunté enojada. ¿Estaba solo tomando clases de conducir de Justin solo porque a él se le ocurrió tener precaución? — ¡Estás demente! ¿Sabes el trauma que tengo con los autos?

—Y es por eso que pensé que te volvería la memoria —Desvió su mirada y apoyó su mejilla contra la palma de su mano. —No funcionó como quería

—Eres un insensible —Lo golpeé en el brazo y miré hacia otro lado. Comprendo por qué lo hizo, pero el trauma que tenía con el auto no era tanto como para recordar, se necesitaba algo más fuerte. Por suerte ya aprendí como frenar, así que me siento un poco más segura con todo esto.

—Entonces habrá que pensar en otra cosa —Murmuró él. Yo lo miré de reojo. A primera vista pensé que Nicolás sería más considerado con estas cosas, pero por lo que veo las apariencias siempre engañan... bueno, solo hay que ver a Justin; s ve como todo un rudo pero por dentro es peor que un hermano sobreprotector, es como la versión de una chica celosa.

—Bueno, con esto entonces doy por acabadas las clases de manejo con Justin —Suspiré y él me miró sin interés. —Al menos ya no tendré que estar con los nervios de punta al tocar el volante... —El solo recordar eso hacía que se me erizara la piel. Es por eso que decidí  que cuando sea más grande me trasladaré a todas partes a pie o en bicicleta.

—Solo está atenta a cuando te llame

—De eso te quería hablar —Lo interrumpí. —No me vuelvas a llamar cuando esté en clases, me siento con Sandra y es una metiche la cual le contaría todo a Justin por solo conseguir su atención, así que llámame cuando esté fuera de clases.

—Qué suerte que no tienes jornada completa —Murmuró. Se puso de pie al escuchar la alarma de su celular la cual le avisaba que el tiempo de descanso había terminado. Puede que sea tinto, pero extraño escuchar mi tonta alarma del celular... mi pobre celular que fue partido en dos por el bruto de Justin.

Al entrar a la cocina el olor a pastel me encantaba pero después de un tiempo el olor se fue volviendo hostigoso. Lo peor era que mamá le gustaba los pasteles, así que le pedía a Justin que hiciera casi todas las tardes. El olor me perseguía hasta en la casa. Lo que sí debía admitir es que me gustaba que Justin cocinara, así no tenía por qué hacerlo yo. Es como el sueño de muchas el ver como tu novio prepara pasteles... y es lindo.

Camila ha estado muy apegada a mí últimamente en el colegio, y eso quiere decir que igual Kim. Es increíble como ninguna de las dos se puede llevar bien; si una dice algo la otra la contradice. No puedo ir al mismo lugar con ellas ya que no me dejan, así que la única solución es no despegarme de Justin. Él me dijo que le daba gracia el ver como parecía un perrito apegado a su amo, así que le gustaba la idea de estar a cada rato con él.

Lo bueno de ir con ellas dos a todos lados es que en el baño -generalmente- puedo hablar con Nicolás a escondidas. Como siempre dice muchas tonterías y he estado a punto de tirarlo por el escusado, pero después recuerdo que fue un regalo de Camila, así que no puedo.

—Laura —Me habló Camila mientras íbamos caminando al trabajo. — ¿Qué pasa? Estas distraída

Yo la miré confundida ya que por estar pensando no la había escuchado en nada.

—Estaba pensando en cómo va el colegio.... —Una vil mentira. El colegio es lo que menos me importa en estos momentos.

— ¿Enserio? —Me dijo Justin viéndome de reojo

El recuerdo de un amor olvidado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora