Capítulo 23: No digas mentiras

6.1K 313 10
                                    

Pasaron como diez minutos para que finalmente Daniel quisiera entrar al agua junto con Martín

—Hasta que llegan —Les dijo Kim desanimada mientras flotaba boca arriba por mi lado —Ya parezco pasa...

—Yo igual —Hablé bajo —Ya me está entrando frío

Los dos nadaron hacia nosotras.

— Es que en el comedor hay una mesa de pin-pon —Habló Martín mientras se acercaba a Kim

— ¿Hay mesa de pin-pon? —Les preguntó Justin.

— Si —Le respondió Daniel acercándose a nosotros —Pero no es tan fácil jugar como parece

—Yo solo se jugar tenis, algo parecido... —Le dije. Ya una vez había intentado jugar pero tenía mucha fuerza en el brazo ya que me había acostumbrado a golpear fuerte la pelota.

—No creo que te sirva de mucho —Me dijo haciendo una mueca —Pero si hay cancha de tenis por aquí. Eso nos dijeron al entrar

—Después jugamos —Me dijo Justin

—Yo también quiero jugar —Nos dijo Kim. —No sé mucho,  pero de algo sirve intentarlo

—Bueno —Levanté los hombros —Yo mientras me voy a salir, estoy congelada y quiero secarme para después jugar. Ustedes naden un poco más.

Dejé el flotador junto con Justin y comencé a nadar lentamente hacia la orilla. Me costaba aún nadar normal así que el estilo perrito me venía muy bien en estos casos.

— ¡Laura!  —Me detuve un poco al escuchar la irritante voz de Sandra. La miré entre cerrando los ojos. Tenía algo en la mano lo cual lo movía de un lado para otro — ¡Te llaman! —Me dijo enojada. Tenía mi celular en las manos. Eso era extraño.  El que me llamaran repentinamente era muy extraño.  —Es de ya sabes dónde —Dijo un poco más bajo levantando las cejas.

Eso solo significaba una cosa. Trabajo.

Al escuchar eso el estilo perrito se me hizo poco. Lo único que hice para llegar más rápido a la orilla fue sumergirme en el agua y nadar hasta la escalera. 

Ya estando ahí salí rápidamente de la piscina y tomé mi celular aún con las manos mojadas. Sandra después de entregármelo se limpió las manos y se fue a sentar en donde estaba.

—Halo... —Dije un poco nerviosa

—Adivina que tienes que hacer... —Esa voz burlona solo podía ser la de Nicolás —El jefe te necesita aquí en una hora

— ¡Una hora! —Dije fuerte. Sentí las miradas de mis amigos sobre mí. Necesitaba estar lejos de la piscina para que no se dieran cuenta de nada. Pasé corriendo entremedio de las sillas en las cuales estaban Sandra y otras chicas. Al pasar vi como Sandra me siguió con la mirada formando una leve sonrisa.

Corrí hasta llegar al baño y me encerré en un cubículo. Al ya estar segura pude retomar de nuevo la conversación

—No puedo estar ahí en una hora. Sabes que estoy de paseo escolar —Le hablé enojada. —Cúbreme. Yo después te daré algo de dinero...

—No es por turno. Hay un evento aquí en la tienda y falta personal. Ya llamamos a los demás y solo faltas tú

— ¿Y yo que diferencia voy hacer?

—No lo sé.  El jefe me pidió que te llamara y yo cumplí.  Date prisa,  ya llamé un taxi para que te recogiera,  te está esperando afuera.

—No puedo salir de aquí. Los profesores están de guardias

—Consigue a alguien que te ayude... solo date prisa. Adiós —Dijo apurado y me cortó.

El recuerdo de un amor olvidado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora