Capitulo 4 Pt. 2

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  El pequeño drama se desarrolló en menos de un minuto y dejó al grupo sumido en un silencio aturdido.
—El siguiente —llamó el guardia uniformado.
Louis Tomlinson y su amiga se adelantaron. Los dos se comportaron como si nada en el mundo los preocupara. Louis estaba completamente limpio.
Los siguientes fueron Harry y _______. Él se esforzó en proyectar la misma sensación de indiferencia de Tomlinson. Había sido lo bastante inteligente como para dejar cualquier arma en Nueva York. En realidad, lo que lo preocupaba era el neceser de _______ con el transmisor oculto.
Vio que los dedos de ella se cerraban sobre el asa, pero mantuvo la expresión cuidadosamente neutral al entregar el estuche a los guardas.
Harry se recordó respirar cuando el hombre levantó la tapa, pero el contenido surtió el efecto deseado. Tras un rápido repaso de los tubos y botes, el hombre se lo devolvió.
«Un obstáculo superado», pensó él mientras se sometían a la inspección corporal.
—Pueden pasar —los informó el guarda al terminar—. Disfruten su estancia con nosotros.
—Gracias.
Tomó la mano de _______ y se dirigieron hacia una puerta situada en el extremo más alejado, por donde habían salido los otros.
Al abrirla y salir, tuvo la impresión de pasar del infierno al Cielo. O todo lo que un paraíso tropical podía duplicar el Cielo. La puerta conducía directamente de la zona de aduanas a un patio con suelo de losas bordeado de macetas con roca de lava. Una delicada alfombra verde se arrastraba por la tierra en dirección a las rocas.
En un rincón del patio, un grupo reducido de músicos, con trajes rojos y amarillos, tocaba música de la isla. Frente a ellos, se alzaba una mesa de bufé, con una selección de platos que empequeñecía la del aeropuerto JFK.
Harry oyó el suspiro de _______, como si solo entonces hubiera podido comenzar a relajarse. Lo cual no era así.
Probablemente era lo que Duarte deseaba que creyeran todos al asimilar el contraste entre la zona de aduanas y ese sitio como sacado de Bali. Habían pasado la prueba... y eran recompensados.
Pero estaba seguro de que aún los filmaban. Y era mejor que se lo recordara a _______. Le sonrió y dijo:
—Aquí hay un potencial enorme para grabar películas caseras.
—Sí —murmuró ella.
— ¿Contenta? —inquirió, consciente de que la pregunta tenía varios significados.
—Indeciblemente contenta —respondió _______, captando la intención de Harry.
—Me alegra oírlo —le acarició el brazo con un dedo y sintió que le ponía la piel de gallina.
Un camarero con pantalones negros, camisa blanca y una faja roja, les ofreció un ponche en copas altas. _______ bebió un trago prolongado. Harry bebió un sorbo mientras esperaba que sucediera algo memorable.
No tuvo que esperar mucho. Los últimos pasajeros comían unos canapés de langostinos o bebían sus copas cuando La orquesta se detuvo en mitad de la canción que interpretaba.
Harry siguió la mirada de los músicos hacia la derecha. Al ver que una pantera negra entraba en el patio, con gesto protector situó a _______ a su espalda.
Entonces se relajó un poco al ver que el felino llevaba una correa. Un hombre venía detrás del animal, sosteniéndola con firmeza en la mano derecha.
Por las fotos que había visto Harry supo que era Duarte, el amo de Isla Orquídea. El hombre que allí podía hacer lo que quisiera con cualquiera: con Caroline, consigo mismo o con _______.
Harry alteró levemente su posición, manteniendo a _______ cerca, pero tratando de no comportarse como si sus vidas se hallaran en peligro.
¿Los guardas dispararían si la bestia comenzaba a masticar a los invitados? ¿O sería parte del entretenimiento?
Consciente de que había despertado el interés de todos, Duarte entró en el patio y con la vista recorrió la multitud. La mirada se posó en Harry y en _______, siguió el recorrido y regresó a ellos.
Al parecer eran de especial interés.
Mientras Duarte los estudiaba, Harry le devolvió el escrutinio, convencido de que _______ aprovechaba la misma oportunidad.
Las fotografías no habían conseguido capturar la esencia del hombre, la sutil atmósfera de maldad y depravación que notaba a su alrededor como un gas venenoso.
Desterró esa noción fantasiosa y trató de ser objetivo. Por ejemplo, las fotografías habían transmitido un aura de poder que lo habían hecho parecer más grande de lo que en realidad era. Apenas superaba la estatura media, era delgado y ágil, con el pelo negro, lucía un bronceado de aspecto saludable y tenía unos profundos ojos grises que no pasaban nada por alto.
Duarte esbozó una leve sonrisa al observar las reacciones de sus invitados ante la mascota que había elegido llevar a la fiesta.
—Les aseguro que Sabina es un gatito muy bien entrenado. Solo devora a los invitados que tratan de introducir armas u otros elementos de contrabando en mi isla paradisíaca.
La declaración fue recibida con silencio.
Él emitió una risa breve que crispó a Harry.
—Por favor, se supone que era una broma. El señor Malik y su acompañante no han sido castigados por quebrantar mis reglas. El único castigo es la expulsión. Regresarán a Estados Unidos en cuanto mi jet haya repostado combustible; y como tendrán toda la cabina para sí mismos, podrán practicar el sexo en los asientos —rió, haciéndolos partícipe de que estaba al corriente del incidente en el avión. Luego, extendió un brazo—. Si aún no nos conocíamos, soy Jack Duarte y les doy la bienvenida a mi casa.
Harry se sintió aliviado cuando fijó la correa de la pantera en un poste de metal. Sabina se tumbó sobre una esterilla de paja y comenzó a lamerse la pata delantera.  

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