—Es lo que sé hacer. Me gusta dejar bonitas las manos de las mujeres —terminó tos cutículas e indicó una serie de frascos—. ¿Cuál le gusta más?
—Ese —señaló un rosa suave. Cuando la esteticista comenzó a pintarle la primera uña, preguntó—: ¿Vuelven las mismas mujeres de visita a la isla?
—A veces sí, a veces no —bajó la vista para continuar con su tarea.
—Apuesto a que todas son jóvenes.
—Por supuesto.
— ¿Alguna adolescente?
Zoraida se encogió de hombros.
—No estoy segura.
—Tengo una amiga joven que vino hace poco. Carol —ofreció un nombre parecido al de Caroline—.Tiene el pelo castaño claro y ojos verdes grandes. Y lleva tres pendientes en cada oreja. ¿La conoció?
La esteticista alzó la vista, y luego volvió a bajarla.
—No la vi —respondió con cautela. Con demasiada cautela.
______ contempló la mano de Zoraida. Le temblaba un poco, por lo que tuvo que parar unos momentos antes de aplicarle la laca.
La mujer alzó otra vez los ojos y la estudió con intensidad. Después reanudó el trabajo.
—Jamás hablamos de otros invitados —murmuró—. ¿Lo entiende?
—Sí.
Sus siguientes comentarios fueron sobre el paisaje hermoso y el lujo de los alojamientos.
______ se preguntó si veía demasiado en la reacción de la mujer o si realmente habría visto a Caroline. No estuvo segura. Pero tenía la impresión de que Zoraida sabía algo. Y de pronto se dio cuenta de que la mujer había pedido específicamente trabajar con ella al oír su nombre.
Alzó la mano para admirar las uñas.
—Gracias —dijo.
—Vuelva durante su estancia aquí. Será un placer atenderla.
—Sí. Gracias —pensó que el tono de voz de la esteticista era casi una orden.
Zoraida la puso en manos de otra compañera que le recogió el pelo con un toque romántico.
Al terminar, regresó a la villa.
Y recibió una oleada de placer al ver que los ojos de Harry se iluminaban al verla.
—Estás deslumbrante —comentó.
El cumplido la animó, hasta que recordó que no hablaba en exclusiva para ella.
—Gracias —respondió. Él la estudió con atención, y se dio cuenta de que su rostro debía de revelar parte del desasosiego que había sentido antes allí.
— ¿Cómo es el salón de belleza de Duarte? —quiso saber Harry.
—Bonito, y tiene algunos toques... inesperados —explicó, con deseos de hablarle de Zoraida y la conversación mantenida con ella. Pero eso quedaba descartado hasta que supieran que podían hablar con intimidad. Se encogió de hombros—. Hemos tenido que levantarnos tan pronto...Tal vez debería relajarme antes de la fiesta.
—Sí —suspiró él —, de acuerdo.
Las primeras horas en la isla habían sido tan inquietantes, que no creyó que pudiera relajarse. Pero después de apoyar con cuidado la cabeza en la almohada para no despeinarse, cerró los ojos y se alejó del mundo.
Mientras la miraba, Harry pensó que debería despertarla. Tenían que empezar a prepararse. Pero se dedicó a ver cómo subía y bajaba el pecho con suavidad.
Metió las manos en los bolsillos para no tocarla y decidió que no le sentarían mal diez minutos más de descanso.
Era un ejercicio interesante de contención, porque sabía que tarde o temprano sucedería. Un poco de ______ solo había servido para avivar su apetito por ella. Necesitaba más. Anhelaba más. Había sucumbido a la tentación y en ese momento pagaba el precio de la frustración.
Se obligó a pensar en otra cosa. Esa tarde ______ había descubierto algo en el salón de belleza. Algo que la había inquietado. Y quería saber qué diablos era. Pero no podía preguntárselo. Ni siquiera podía escribirle una nota porque no sabía si había cancelado todas las cámaras.
Después de que ella se marchara, se había puesto a buscar más artilugios de vigilancia. Pero no había encontrado nada. No obstante, tenía que asumir que había un par de micros activos en su villa.
Suspiró y ______ se agitó. Abrió los ojos y en ese momento desprevenido de transición de un estado de sueño a uno de vigilia, le ofreció una sonrisa que le derritió el corazón.
Pero luego ella recordó dónde estaban. Y lo que tenían que hacer.
— ¿Has descansado? —murmuró él, acercándose.
—Mmm.
______ parecía como si esperara que se metiera en la cama con ella. Algo que no estaba en el programa hasta después.
No sabía qué iba a hacer cuando la charada que mantenían dictara que tenían que acostarse juntos.
Fue al armario donde ______ tenía colgados los vestidos. Todos eran indecentes. O demasiado ceñidos o demasiado bajos. O demasiado transparentes.
Cuando los eligió, desconocía el peligro en el que iban a estar. Maldijo para sus adentros. Ese canalla de Duarte tenía un interés especial en ella. Y la ropa iba a exhibirla ante sus ojos.
Suspiró y eligió un vestido ajustado de color azul noche que sabía que ella iba a odiar. Pero pensar en verla con él puesto le encendió el cuerpo ya sobrecalentado. Racionalizó la elección diciéndose que no había nada más recatado.
______ se plantó ante el espejo y se esforzó en no tirar del bajo del vestido. El maldito atuendo mostraba sus muslos en todo su esplendor. Pero si intentaba bajarlo, solo conseguiría mostrar más escote.
Intentó relajar la expresión de la boca y le echó un último vistazo al pelo y al maquillaje. Y a las joyas. Un collar, pendientes y pulsera a juego. Diamantes de verdad aportados por Stan Boyer. Esperaba devolvérselos.
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Compañeros de Trabajo
Romance________ estaba acostumbrada a trabajar de incógnito, pero hacerse pasar por la amante de un hombre rico era una misión demasiado peligrosa. Especialmente si el "hombre rico" era su compañero Harry Styles, quien exigía que hicieran el amor de verdad...