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Eran tal vez alrededor de la 01:52 AM, estaba cansada, destrozada y con mucho sueño. Me acomode en el sofá, las velas ya se estaban apagando, tenían cera por todos lados.

Mi familia me observó atentamente.

-¿Se te ofrece algo, pequeña?- preguntó mi papá.

-Tengo hambre.- susurre apenas audible.

Él y mi tío se levantaron de sus acientos para ir a buscar comida y algo de beber.

Me senté correctamente en el sofá, entonces ví  la pequeña caja color blanco, colocada en el lado superior de la habitación. Había rosas blancas y arreglos florales de ese mismo color.
Todos se veian cansados. Estoy segura que yo me veo peor. Me levante para acercarme a la caja, no me habían dejado abrirla desde la madrugada.

-Ven princesa.- susurró mi primo abrazandome por los hombros.

Dió un delicado beso en mi cien. En este momento no tenía la intención de abrir la caja como horas antes.

Ahora solo queria estar ahi, sentada a lado de esta, aunque no fuera abierta, queria sentir que seguia aqui.

Es doloroso, no se como fue que pasó, las cosas pasan muy rapido, y todo pasa por algo.

Ahora estaba tranquila, creo que los medicamentos que me habian dado antes funcionaron, ya no estaba llorando ni gritando como hace unas horas.

El pecho me dolia, al igual que la cabeza, tenía los ojos ligeramente inchados, los labios rojos al igual que la nariz.

No queria desmoronarme, queria estar fuerte. Todo mundo decía que nada duele mas que perder a un hijo.

Y ¿saben? Ahora lo estoy comprobando, nunca nada me había dolido más que esto.

No Tienes Idea  S.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora