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Los dias transcurrieron lentos y pesados. En el instituto a algunos se les hacía raro que Shawn ya no fuera por mi pero ellos nunca preguntaban el porque. Fue Julie la que me llevaba a casa en esos días, como recompensa hacía el almuerzo para las dos.

Pensé que sería igual de fácil como hace unos años pero no fue como yo esperé. Esta vez lo extrañaba más que a nada.

No sabía nada de él, no sabía si había regresado a E.U o si seguía en Canadá.
Me levanté de la cama para ir a la cocina a preparar mi desayuno, comer sola a veces era bueno, pero hoy se sentía horrible estarlo.

Comi lentamente hasta acabarme todo lo que había en mi plato, comer fruta no ne hacía sentir tan llena. Me levante de mi lugar con la intención de ir a la estufa.

El sonido de algo callendo al suelo que hizo quedarme quieta. Venía del cuarto de Geraldine. Rayos.

Me asomé por el pasillo con miedo ¿alguién había entrado en mi casa?
Me encamine con miedo hasta la puerta de la habitación, abriendola con cuidado y miedo.

Asomé primero la cabeza sin ver nada raro, derepente una curiosidad me invadió por completo, abrí la puerta un poco más encontrando un cuadro tirado.

Avanze hasta este me inque en el suelo para levantarlo. Era nada más y nada menos que una pintura que Shawn me había obsequiado.

Él no era el mejor dibujando, per con este se había esforzado, después de eso decidió hacerlo en grande, bueno, pagarle a alguién para hacerlo en grande a color y todo eso.

El resultado había sido lindo y algo colorido, el fondo era rosa, yo llevaba una blusa celeste, aretes, mi cabello rubio, labioa rojos y mis ojos azules. Me había gustado tanto que lo había colgado en la sala, pero luego lo pasé a la habitación de mi bebe, pues quedaba bien con los colores pasteles de su habitación.

Entonces decidí que no queda perder esto, no era el hecho de que me sintiera rota, era el hecho de que ahora lo quería en mi vida. Ni siquiera observe la habitación y no me permití llorar ni romperme.

Me dirigiría a la puerta para ir por él, ir a su casa o algo, hablar con él tal vez. Tomé una chaqueta y abri la puerta.

Un chico con unas cuantas gotas de lluvia en su cabello estaba parado del otro lado de la puerta, sostenía una caja de pizza en sus manos.

-Pizza de piña justo como te gusta.- intentó abrirla pero yo se lo impedi.

Hize la pizza a un lado, me paré en puntitas y dude un poco.

-¿Qué haces Astrid?- susurro cuando estuve a punto de tocar sus labios.- La pizza se va a caer. 

-Encargaremos otra.- me impulse y me sentí demasiado bien de no pensar las cosas dos veces.

Mis labios tocaron los suyos, no sentí nada, él ni siquiera siguió el beso. Así que me separé de él y me sentí como una tonta, tomé la pizza sin decir nada y lo deje entrar al apartamento, coloqué la caja de pizza en la mesa. No lo miré pues me sentí avergonzada.

Abrí la caja y tome una rebanada, él me llamó. Cuando me giré él estaba junto a mi, muy cerca de mi, tomó mi barbilla. Lo miré a los ojos, tal vez no eran azules, ni verdes pero ese color miel que tenía era hermoso.

Me ayudo a recordar lo que era besar a alguien, con sus labios sobre los mios de una manera delicada, una de sus manos detras de mi espalda, la otra en mi barbilla y yo aún sosteniendo la pizza. Así eran nuestros besos.

Sonrió quitandome la pizza de la mano, le di un beso corto en los labios, creo que soy un poco bipolar.


No Tienes Idea  S.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora