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Mi padre siempre iba a recogerme al instituto, sin falta lo hacía. Pero esta vez fue la excepción, sabía que era un día pesado para él, cada fin de mes era muy pasado, mucho más si tenía que dar permisos para montar las obras.

Así que tomé un taxi, no podía ir a casa ahora debido a que tenía que comprar varios materiales para un proyecto escolar. Lo cual iba a ser demasiado incomodo, pues no había llevado una bolsa lo suficientemente grande para los libros que tenía de tarea.

Después de comprar todo el material y meter a la fuerza los libros en mi bolso, estaba en una esquina intentando parar un taxi.

Alze la vista un poco frustrada topandome con una expectacular de un cantante de la ciudad, al parecer daría un concierto ese día, ahora ver a las miles de chicas dando vueltas tenía sentido, era por él.

La hice la señal a un taxi pero este pasó de largo, por primera vez maldije y me sentí demasiado mal por hacerlo.

Una Jeep todo terreno se detuvo frente a mi, di dos pasos atras porque en verdad me había dado desconfianza. De esta bajo un chico con una camisa de cuadros y lentes de sol, con una enorme sonrisa y ojos miel bien abiertos.

-He observado desde hace veinte minutos que necesitas un taxi, así que permíteme ser tu taxi.- dijo con ternura y sensualidad, frunci el seño y él notó que hacia algo mal- Soy Shawn Mendes- estiró la manos para que yo la estrechara-. Oh lo siento.

Dijo al ver que no pude saludarlo porque tenía las manos de verdad ocupadas, las tomó y yo se las arrebate.

-Yo puedo sola.- intenté acomodarme la chaqueta de mezclilla al ver que este chico me veia, bajo los ojos a mis piernas y luego se sonrojó. No debí ponerme vestido.

-No conseguirás un taxi aquí. Puedo llevarte hasta tu casa si quieres.- se ofreció una vez más.

Y yo me volví a negar, aunque fuera el cantante más famoso no subiría a su auto. Pero hubo algo en él que me causó curiosidad. Después de otros quince minutos acepté a que llevara a casa.

-No me dijiste tu nombre.- comentó rompiendo el silencio.

-Astrid Smeplass.- susurre como respuesta.

El sonrió y asintió. Después de platicar un poco con él nos dimos cuenta que teniamos algo en común, ambos tocabamos la guitarra. Y para él pareció ser la gloria.

Sin dudarlo me pidió mi numero, lo pensé dos veces antes de darselo.

No Tienes Idea  S.MDonde viven las historias. Descúbrelo ahora