IV. Atreverse al cambio

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Cuando vemos lo que otros han logrado nos sentimos inspirados

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Cuando vemos lo que otros han logrado nos sentimos inspirados. Deseamos tener el mismo valor que ellos tuvieron para emprender ese camino; deseamos, como ellos, ya haber llegado a la meta y poder saborear esos logros.

Pero empezar a recorrer ese camino nos da miedo, nos genera mucha inseguridad... Nos enfrenta a nuestros propios demonios internos; y es aterrador tener que mirarlos a la cara porque lo que hacemos es ver las partes más horribles de nosotros mismos: eso mismo que con tantos kilos estamos intentando ocultar.

Atreverse al cambio no es tan sencillo, y se requiere de una preparación mental  y emocional importante para lograrlo. Yo quise ser delgada por años; no crean que llegué al punto que ven en la primera foto con toda la felicidad del mundo y sin preocupación alguna por mi salud. No era feliz con mi reflejo —de hecho, ni me miraba al espejo—, mi vida cotidiana se veía afectada cada vez más por mi obesidad, al punto de ya no poder realizar cosas simples y cotidianas con facilidad, como ser subirme al bus y tomar asiento sin tener que hacer malabares. No era feliz con esto, pero no sabía cómo cambiar, cómo empezar y persistir, cómo dejar de fracasar una y otra vez.

Miles de veces lo intenté: con dietas malas, con buenas dietas guiadas por nutricionistas, cometiendo errores, teniendo también algunos aciertos. Pero tarde o temprano volvía a caer en el mismo círculo vicioso de siempre porque realmente no estaba dispuesta a comprometerme a un cambio de hábitos de por vida, y más que nada a tener que ejercitarme regularmente: lo odiaba, y la dieta sin actividad física tarde o temprano dejaba de darme resultado. La adicción me ganaba, tiraba todo por la borda y al poco tiempo volvía a engordar los pocos o muchos kilos que hubiera bajado. Y engordaba más aún. 

Por ejemplo, en mi última dieta con nutricionista a comienzos del 2014 bajé de 120 a 108 kilos. La abandoné a mitad de año después de estancarme (por no hacer ejercicio). Al año de haberla dejado había recuperado el peso que había perdido, y a los dos años había subido un total de 22 kilos, llegando así a mi peso máximo de 130 kilos en mayo del 2016. 

Tuvieron que pasar cosas que sacudieron mi vida por completo para que reaccionara y pudiera llegar al estado mental propicio para el cambio. Tuve que mirar durante horas las experiencias de otras personas que lograron lo mismo para motivarme y decidirme. Sabía que necesitaba algo que me ayudara a no desistir y permanecer motivada, que necesitaba un cambio que pudiera mantener de por vida... Y por eso decidí someterme a una cirugía bariátrica (en mi caso la manga gástrica), cirugía que ya se había realizado una amiga. 

Quizás hubiera podido cambiar sin ella, es posible, pero era lo que necesitaba para saber que podría ser permanente, que iba a lograrlo y no volvería a fracasar. Debía tomar medidas más drásticas para no desmotivarme, y eso hice. 

Tener una cirugía bariátrica no significa que el esfuerzo será menor, para nada. Quienes me conocen saben cuánto me esfuerzo a diario y todo el camino que tuve que recorrer antes y después de la cirugía. Hago ejercicio de forma regular, cosa que jamás hubiera imaginado hacer y que ahora disfruto, he cambiado mis hábitos para llevar una vida saludable, y esto no me aflige; ya no ando por la vida ansiando masas dulces o helado.

No les voy a dar detalles sobre la misma en este capítulo porque este trata sobre atreverse a cambiar, y de lo demás hablaré luego, y mucho. También daré más detalles sobre el detonante que me llevó a tomar esta decisión. 

Creo que todos necesitamos un detonante, algo que nos sacuda, que nos prepare para el estado mental requerido para abrazar el cambio. Yo, por suerte, tuve el mío, aunque vivir lo que tuve que vivir para cambiar fue horrible.

Debes estar listo, necesitas preparar tu mente. Todo intento realizando sin una mente preparada puede ser en vano. No esperes a que algo sacuda tus cimientos para prepararla.

Estamos hablando de un problema grave, de una adicción. Esta batalla no se puede ganar de manera sencilla, sin un verdadero compromiso, y solo quien lo ha padecido puede saberlo. Los demás solo te criticarán todas las veces que falles, y cada vez que adelgaces estarán esperando a que vuelvas a engordar para decir: "lo sabía". Me ha pasado, y me sigue pasando. Sé que muchos esperan volver a verme gorda en un par de años...

¿Pero saben qué?

Esta vez no voy a darles el gusto. Esta vez he abrazado el cambio.

Y el cambio me ha abrazado a mí.

Mi metamorfosisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora