Me siento a escribir y no puedo evitar llorar. ¿Por qué? Si me siento bien, si soy feliz con todos los cambios que he logrado en mi vida, si al fin puedo mirarme al espejo y estar feliz con mi reflejo... ¿Por qué?
No todos los días una decide ponerse a revolver su pasado, pensar en las razones que la llevaron a ser lo que una quisiera olvidar que fue.
Y sí, a veces quisiera olvidar que fui obesa y llegué a pesar ciento treinta kilos... Quisiera olvidar el día que casi bajo de la balanza corriendo porque no me gustó nada ver semejante número y darme cuenta del grado al cual había llegado.
Quisiera olvidarme de esos años acumulando kilos para ocultar mis angustias, de los años en los que sufrí y comí a escondidas antes de expresar lo que realmente sentía.
Las causas de la obesidad suelen ser mayormente psicológicas. Podemos decir que no (yo lo hice), podemos echar la culpa a nuestro metabolismo (muchas veces sí tiene parte de la culpa, en determinados casos), a la genética y nuestra predisposición a engordar (algo muy real), y decir que "no comemos nada y aun así engordamos", pero por dentro sabemos que nos autosaboteamos, que hay una razón más profunda que no queremos que salga a la luz, porque es algo que nos duele, que nos daña, algo que deseamos enterrar, si es posible, mil metros bajo tierra.
Y por eso lloro, porque me acuerdo de todo, porque desentierro al monstruo y lo miro a la cara. Pero sé que también, al enfrentarlo, estoy sanando, me estoy soltando de cadenas autoimpuestas.
Y sé que al escribir sobre esto puedo al fin ser libre.
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Mi metamorfosis
Kurgu OlmayanEsta es mi propia historia, un lugar donde me abro y cuento todo lo que he vivido estando obesa y el proceso para superar esta enfermedad, algo que hoy al fin puedo decir que he logrado, aunque el fantasma sigue allí y me seguirá acompañando de por...