Capítulo 37: Curas y vacunas

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NdA:  Lamento mucho haber estado tanto tiempo sin actualizar, pero he empezado exámenes en la universidad y apenas tengo tiempo. No he revisado el capítulo a conciencia pero me apetecía subirlo, así que aquí lo tenéis. Un beso y espero que os guste. ♥ 

NdA2: En un principio, este era el capítulo a partir del cual se ligaba el final alternativo, pero ahora es el final de la primera parte. La segunda está publicada en mi perfil.


            Los primeros de los muchos días que pasaron en la universidad fueron complicados. Julia apenas dormía por las noches y, si lo hacía, despertaba a las pocas horas empapada en sudor frío y gritando a pleno pulmón por culpa de las pesadillas que la atormentaban mostrándole la explosión una y otra vez. Kit era siempre quien la abrazaba y la acunaba, diciéndole que todo iba a estar bien, pero aquello nunca lograba tranquilizarla.

La séptima noche tras su llegada a la universidad despertó en silencio, agitada y con las manos apretadas en dos puños pálidos. Relajó tanto las manos como su respiración y clavó la mirada en el techo, que quedaba a medio metro de su cara. Suspiró, cerró los ojos durante unos segundos y bajó con cuidado las escaleras que separaban el suelo de la parte de arriba de la litera. Miró a Kit, comprobando que el rostro del chico estaba en calma, y se puso unos pantalones cortos y una sudadera sobre la ropa interior antes de calzarse unas deportivas y salir de la habitación con su automática en la mano.

El pasillo estaba iluminado únicamente por las luces de emergencia sobre cada una de las puertas. Hacía tiempo, aquellas habitaciones habían sido utilizadas como aulas más pequeñas para grupos reducidos de alumnos, por lo que el tamaño era ideal para los dormitorios.

Utilizó las escaleras en lugar de los ascensores a pesar de los doce pisos que le quedaban para alcanzar su destino. En aquella semana que había pasado en el refugio de Shane, había memorizado el uso que hacían de todos y cada uno de los rincones de los tres edificios. El que había sido la facultad de humanidades se utilizaba como almacén a pesar de que la mitad estaba vacío; la facultad de ciencias sociales y jurídicas (en la que se encontraba en aquellos momentos) como "alojamiento", salas de reuniones y, en general, donde se llevaban a cabo todas las actividades sociales. El último edificio era la facultad de ciencias, donde Kit pasaba la mayoría de sus días encerrado. Julia había estado allí con él un par de veces para que Kit le tomase muestras de sangre y la interrogase sobre el historial médico de sus padres, pero ella no era de utilidad allí; Renn se encargaba de echar una mano a Kit en todo lo que el chico necesitase.

La respiración de Julia apenas había empezado a tornarse pesada cuando alcanzó la puerta que conducía a la azotea. Había subido ya un par de noches, por lo que empujó la puerta con decisión a sabiendas de que estaba abierta; la fresca brisa nocturna la recibió sacudiéndole el cabello y entibiándole el rostro. Julia sonrió y cerró la puerta tras de sí con cuidado.

Avanzó hacia el borde, donde una gruesa barandilla de metal pintado de negro la separaba del vacío, y dejó que sus ojos vagasen por la ciudad. A sus pies se extendía el campus universitario, los amplios campos sembrados y plagados de arbustos y demás plantas y los altos muros rodeados de estacas que protegían el lugar. A unos cien metros de distancia del muro, un ancho foso de varios metros de profundidad cavado en la tierra del parque que rodeaba el campus ofrecía una segunda protección a la universidad. Cada mañana, Julia acompañaba a un pequeño grupo a prender fuego a los caminantes que habían caído en el foso y a echar a las llamas a los pocos que habían cruzado el pequeño trozo de tierra que había a modo de puente. Era un trabajo rutinario y físicamente exigente, pero ayudaba a Julia a despejar los pensamientos que le nublaban el juicio.

The Walking Dead: Protocolo A.Z [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora