Capítulo 8

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Agosto de 2008, Londres, Inglaterra:

Para variar, Allison estaba chateando con el móvil, aunque por supuesto, había un libro al alcance de su mano. Desde hacía unos meses, se había convertido en una lectora empedernida. A veces estaba tan concentrada leyendo que era imposible captar su atención. A Nick, a ratos le parecía adorable, y a otros irritante, dependiendo de si el ignorado era él u otro.

La joven soltó una carcajada, mirando la pantalla de su BlackBerry. A Nick le maravillaba la velocidad con la que tecleaba en ese trasto desde que se lo regalaron hacía unas semanas.

—¿Brenda?—le preguntó, haciéndose notar.

Allison alzó la mirada, percatándose de su presencia bajo el umbral de la puerta del salón, e inmediatamente sonrió.

—Sí. Estábamos hablando de ir a la playa la semana que viene, ¿te apuntas?

Brenda era una de las amigas locas de Allison. No la conocía mucho en realidad, pero sabía suficiente como para afirmar que era una bomba de relojería comparada con lo calmada que era Ally.

—Mmm... no sé— dudó, encaminándose a la cocina. Acababa de llegar de la calle y se sentía sediento— ¿Cuál es el plan?

Allison, que se había alzado del sofá y lo había seguido, se sentó de un bote en el mármol de la cocina mientras él asaltaba la nevera. Nick frunció el ceño, mirándola de reojo. ¿Desde cuándo hacía eso Allison? Es más, ¿desde cuándo era tan lanzada? Allison siempre había sido más tímida. Concluyó que debía de ser la influencia de Brenda.

Aunque sus modales no fueron lo único en lo que se fijó. Su vista también viajó por las piernas desnudas de Allison, balanceándose con gracia. Tenía unas piernas bonitas.

—Sus tíos tienen una casa en Brighton, y le han dado permiso para usarla unos días si quiere. Le dijeron que invitase a sus amigos.

—Mmhh— respondió Nick vagamente.

Ally frunció los labios, por primera vez indecisa. Brenda no se había tragado su personalidad por completo, gracias a Dios. A Nick siempre le había gustado la timidez de Allison.

—¿Mmhh qué? Vas... ¿Vas a venir, o tienes ya algo que hacer?— tartamudeó.

Su compañero alzó el codo y bebió, sin dejar de mirarla. Los años habían hecho un buen trabajo con ella. Por supuesto, no tenía curvas muy pronunciadas. Poseía poco pero notorio pecho, una delicada cintura y un trasero que se había fijado que más de uno de su clase observaba a veces. Su trenza caía por delante, llamando la atención del escote que a veces se atrevía a lucir. Nick se preguntó cómo sería cuando alcanzara su edad. No creía que su trasero se volviera más atractivo de lo que era ya, pero sus pechos...

Dando un último trago, cerró el tapón, todavía con los ojos clavados en ella. Allison frunció el ceño y sus mejillas se sonrosaron.

—¿Qué?— inquirió, incomoda por la excesiva atención.

Nicholas no pudo evitar pensar que era adorable cuando se sonrojaba. Le encantaba ponerla nerviosa.

—Nada— respondió al fin, guardando la bebida en la nevera y saliendo de la sala.

Desde que Allison había empezado noveno grado, no había podido dejar de mirarla con otros ojos; como a una mujer. Nick suspiró interiormente, sintiéndose una mala persona, un pervertido. Se preguntó qué pensaría Allison si supiera sobre sus sucios pensamientos sobre ella.

Allison le gustaba. Eso era algo que había aceptado desde hacía un tiempo, pero nunca había considerado que lo suyo llegara a ser algo más que gusto. Sin embargo, a cada año que pasaba, Allison se volvía más atractiva y madura, adulta en otras palabras, y Nick empezaba a pensar en ella más de lo que debería.

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