Capítulo 9

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Marzo de 2014, Melbourne, Australia:

Aparqué ante la atenta mirada de Sean. Sí, Sean. ¿Qué hacía en mi casa? Comprobé mis mensajes antes de bajar. S no había dicho nada. ¿Qué estaba pasando? ¿Él sabía de esto?

Me acerqué a Sean, que ante el rugir de mi motor se había girado hacia mí y esperaba con sorpresa.

—¿Sean? ¿Qué haces aquí? Juraría que te dije que no iba a estar en casa...

Él pareció unos segundos confuso. Trastabilló con sus palabras unos segundos y al final vi que se decidió por decir algo.

—Pensaba que no ibas a estar por la tarde, no por la mañana. Lo siento.

Asentí. Tampoco importaba. Si no hubiera llegado, se hubiera encontrado con que nadie le respondía al timbre.

Comprobé muy rápidamente si tenía algún mensaje de S nuevo. Ninguno. ¿Por qué ahora no decía nada, maldición? Desconcertada, me encogí de hombros e invité a Sean a pasar. Quizá a S le daba por contactarme en un rato.

Estuvimos un rato charlando y riendo, e incluso nos dimos un par de besos, hasta que finalmente dijo que tenía cosas que hacer y se fue.

Con la ira marcándome las venas del cuello, le pregunté a S qué demonios le pasaba. No me había vuelto a decir ninguna palabra, y yo no entendía ni un carajo de nada. ¿Me había hecho salir de la consulta para tener una cita con Sean? Poco probable. A S no le caía bien mi "novio".

Mi querido S no tardó mucho en responder, pero no de la manera que yo esperaba: Me estaba llamando. Del salto que pegué, hice malabares para que el móvil no se me cayese al suelo.

¿Qué demonios?

Miré a todos lados, como si se tratase de una cámara oculta. ¿Me estaba llamando? ¿No se había equivocado de botón o algo así? Quiero decir, escucharía su voz... Hasta ahora habían sido sólo mensajes, siempre. Tras coger aire profundamente, descolgué, con el corazón en un puño.

—¿Sí?

—Hola Allison, perdona, no quería asustarte.

En el mismo momento en el que escuché su voz, las mejillas se me incendiaron de vergüenza y me sentí la persona más estúpida del mundo. Por supuesto que iba a distorsionar su voz. ‹‹Eres una idiota››.

—Tranquilo— conseguí articular— Em... Entonces, ¿de qué va todo esto? Es la primera vez que me llamas.

—He pensado que sería más sencillo explicártelo todo en voz que por escrito.

A pesar de la voz robotizada, pude adivinarle una sonrisa. El maldito debía de estarse riendo de mi estupidez, y no le culpaba.

—Vayamos por partes.

Dicho esto, me estiré en el sofá y escuché atentamente. Se me hacía un poco extraño ese tipo de voz, como si todo fuera una mísera broma, pero intenté acostumbrarme. Quizá esta no sería la última vez que me llamase.

Sin embargo S no me lo puso fácil, porque las cosas que empezó a contarme, parecían sacadas de película barata. De todas formas, no parecía estar mintiendo. De hecho, ¿por qué iba a mentirme? Nunca lo había hecho. Bien cierto era que siempre me había aconsejado y ayudado, aunque yo al principio lo detestase.

Según mi "guardaespaldas" por así llamarle, Sean era sospechoso. Sospechoso de qué, quería preguntar yo. Sencillo: Mis padres habían sido asesinados. Aunque yo no me acordase de aquella noche, los registros forenses apuntaban a una tortura antes de la muerte. Los mataron por algo. Hasta ahí yo también lo había deducido y aclarado con S la última vez que hablamos. La cuestión es que los "asesinos", no encontraron lo que buscaban, y seguramente yo era su próximo objetivo.

Envíame un besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora