Epílogo

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Junio de 2014, Melbourne, Australia:

En cuanto Nick dejó las botellas sobre el suelo con un tintineo, tragué saliva. Tenía muchas ganas de empezar, y a la vez no. Se sentó frente a mí, cruzándose de piernas y me alcanzó un vaso.

—¿Cuál quieres abrir primero?

Inspiré profundamente antes de responder.

—Whisky.

Él perfiló una sonrisa divertida.

—Quieres empezar fuerte, eh.

Se llenó su vaso y luego procedió a hacer lo propio con el mío. En cuanto el líquido pesó en mi mano, empecé a pensar que no era una buena idea para nada. Nunca me había emborrachado con Nick. Y yo tampoco le había visto a él borracho, y estaba segura de que eso era exactamente lo que iba a pasar. O no.

Nick y yo habíamos acordado hacernos preguntas mutuas para conocer mejor nuestros 5 años perdidos y las cosas que nunca nos dijimos de pequeños. Preguntas de sí o no. Si la respuesta era sí, tocaba beber. Si te negabas a responder, también bebías.

—Muy bien— dijo— Te dejo hacer la primera pregunta.

Estábamos sentados en el suelo, en mi ático reformado al fin. Había dejado la ventana entreabierta y una brisa fría se colaba en la habitación. La luz tenue de la lámpara y unas velas me iluminaban los hombros cubiertos por la sudadera. Hacía un par de semanas que por fin habían capturado al último miembro de la organización que iba tras de mí, y todo había oficialmente terminado, aunque la tranquilidad se respirase desde hacía un poquito más de tiempo.

—Está bien— medité.

Nick no me había dejado ni un instante sola, y había sido como un caballero con armadura brillante. Me había estado tratando como a nadie. Por supuesto yo había dejado de tratarle como al chico de los recados, y estábamos oficialmente saliendo juntos. Todavía me parecía raro decir que era mi novio, pero lo era, y sin embargo, me sentía en una nube de felicidad por esa simple idea.

—¿Has matado a alguien alguna vez?— espeté.

Nick hizo una mueca profunda y soltó un soplido de incredulidad y sorpresa.

—Eres una máquina de demolición. ¿No vas a darme ni un respiro ni con la primera pregunta?— gruñó, despeinándose.

Sé que estaba siendo muy directa, pero de eso se trataba el juego, ¿no? Llevaba mucho tiempo con un montón de preguntas en mi cabeza y no podía estar más tiempo sin ellas. No es que mi opinión sobre él fuera a cambiar... Bueno, sí, cambiaría, pero estaba segura de que fuera lo que fuera lo que cambiase, seguiría amándole.

Él se mantuvo callado largos segundos.

—Ni se te ocurra no responder— le increpé, leyéndole la mente.

El muy desgraciado quería salir de este juego sin responderme a nada ¿o qué? ¿Cuál era el propósito de esto entonces? ¿Me había retado a esto sólo para emborracharme y conseguir mi parte de las respuestas?

Nick se encogió de hombros y alzó el codo, tomando de un trago el whisky.

—Sí.

Parpadeé, quedándome en silencio. Su reticencia a responder había vendido su respuesta desde el principio, pero aun así me quedé un poco confundida, habiendo esperado que lo negase. Nick realmente había matado a alguien.

—¿Cuándo?— no pude evitar soltar— ¿A quién?

—Ey ey— me detuvo, rellenándose el vaso de nuevo— Eso son dos preguntas, no son de sí o no, y es mi turno.

Envíame un besoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora