Marzo de 2014, Melbourne, Australia:
Aunque el maquillaje había ayudado, tenía los ojos ligeramente hinchados. La casa estaba muda. No me atreví a ir a la habitación de Nick para ver si seguía durmiendo. Sólo recogí y me fui a la universidad lo más silenciosamente posible.
El dolor y el vacío me pesaban en el pecho como una tonelada de titanio. Aunque tenía montones de sentimientos contradictorios por la llegada de Nick, agradecía que hubiera estado para abrazarme en cuanto me enteré de la muerte de Will. Sin embargo, eso era algo que mi orgullo nunca me hubiera permitido decirle. Igual que tampoco me permitía plantearme si quiera lo mucho que deseaba volver a estar entre sus brazos.
No recibí ni un mensaje suyo en todo el día, y yo tampoco intenté contactarle. Me pregunté si estaría cotilleando mi casa, o si habría tenido la decencia de coger el primer vuelo y largarse. Esperé que lo hubiera hecho, aunque algo en el fondo de mí quería llegar y encontrarle en casa.
Cuando los del grupo de FT le presentaron como un nuevo estudiante y miembro del grupo de ensayo de los martes, no pude más que tensarme innecesariamente y suspirar con lentitud para que nadie me escuchase.
No. Estaba claro que no. Sabía que Nick no se iría con la misma simplicidad con la que había llegado. De repente todo lo que pudiera haberme compadecido de él a lo largo del día se esfumó y sólo quedó el resentimiento.
¿Cómo habría entrado en la universidad? ¿Dinero? Seguramente. No es que Nick viniera de ninguna familia adinerada como yo, pero tras trabajar para gente importante, como mi padre, estaba segura que tenía un buen sustento del que alardear.
Por un segundo me dio rabia. ¿No podía dejarme en paz? ¿Qué demonios quería ahora tan desesperadamente como para seguirme hasta mi universidad, en la otra punta del mundo? ¿Qué diablos sabía él de audiovisuales e interpretación de todas formas?
Mis compañeros de clase empezaron a presentarse con alegría. Cuando llegó mi turnó, simplemente desvié la mirada.
—Allison— farfullé.
Todos parecieron vagamente conscientes de mi sequedad, pero nadie dijo nada al respecto y continuaron charlando. Nick captó también el mensaje y no se atrevió a decir nada fuera de lugar.
Durante el ensayo, sin embargo, creo que no pude engañar a nadie. Estuve con la cabeza ida, pensando en mi tío. Los ojos se me humedecieron más de una vez. Me debí de quedar mirando fijamente a Nick al menos una docena de veces. No pensaba nada en concreto mirándole, simplemente... estaba asimilando su presencia, y su nuevo aspecto, y su nueva voz, e intentando encontrar algo del Nick que yo conocía en él.
Como si fuera poco, cuando estábamos transportando unas cuantas cajas llenas de materiales que habíamos decidido probar, trastabillé por el peso y, por supuesto, Nick estaba justo detrás de mí y me sujetó a mí y a las cajas casi sin esfuerzo.
Sean y Mila me miraron preocupados.
—¿Estás bien Ally?— dijo el primero.
Nick me ayudó a enderezarme y, creo que deliberadamente, me acarició la mano antes de coger una de mis cajas. Nos quedamos mirándonos en silencio un segundo.
—Gracias— tartamudeé.
Él sonrió apenas. Era la misma sonrisa dulce que recordaba que siempre me daba sólo a mí. Parpadeé un par de veces. Luego recordé que todos me estaban mirando y, consternada e intranquila, me giré hacia Sean y le respondí que sí, que estaba perfectamente, sólo que ninguno me creyó.
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Envíame un beso
RomansaAllison tenía una vida normal. Todo lo normal que podía ser dentro de la riqueza de su familia, por supuesto. Y no había nadie que no la conociera porque tampoco había nadie que no conociera a Nick Bonnaire, su amigo de la infancia; y ellos estaban...