Abril de 2014, Londres, Inglaterra:
Desde fuera, la casa seguía exactamente como siempre, a excepción del descuidado jardín y las hojas en el camino. Aspiré profundamente, mirando la verja de la entrada como si fuera la primera vez que fuera a cruzarla.
Nick me miró por encima del hombro con preocupación. Supuse que vio en mi cara cómo no las tenía todas conmigo.
A pesar de mi decisión el día anterior cuando le dije que nos fuéramos, ahora era un manojo de nervios. El cansancio del largo viaje en avión, más la impresión y el miedo de volver a estar en esa casa y tener que revivir el accidente, se habían apostado en la base de mi garganta y me estrangulaban con fuerza.
Todo el coraje que había estado reuniendo las pasadas semanas se había esfumado en cuestión de segundos. Me sentí estúpida. Quería salir corriendo. Aún después de haber decidido que iba a enfrontar la verdad e iba a terminar con todos los problemas en mi vida de una vez, estaba dudando.
Por unas décimas de segundo, contemplé seriamente la idea de salir corriendo. Nicholas me hubiera atrapado antes de que pudiera llegar a la esquina de la calle, con toda seguridad. Yo lo sabía, lo sabía pero cualquier idea parecía mejor que la de entrar. Por algo sufría de amnesia, ¿no? Mi inconsciente había decidido olvidarlo y estaba convencida que fue una decisión correcta.
Todas las sesiones de psicólogos habían sido una mentira. Yo no quería recordar. Quizá por eso la hipnosis tampoco había funcionado. No estaba abierto a la idea de recordar. No lo había estado nunca.
—All— me llamó Nick.
De golpe fui consciente de que su mano estaba en mi hombro, firme. Tragué saliva y dirigí mis ojos en su dirección, expectante.
—¿Estás bien?
Asentí. Él frunció el ceño. Sabía que mentía, pero no había mucha solución. Algún día habría tenido que pasar por eso (aunque no quería que ese fuera el día). Cerré los puños con fuerza.
—¿Seguro que esto funcionará? ¿Y si no puedo acordarme?
Mis lamentos parecían más un sincero deseo que quejidos. Realmente no quería pasar por eso otra vez. No estaba segura de qué era, pero sentía el miedo en mi interior, llamándome con voz lúgubre.
—Funcionará— me aseguró él— Vamos a recrear las escenas poco a poco, ¿de acuerdo? ¿Qué es lo último que recuerdas?
Parpadeé, de repente insegura sobre lo que recordaba y lo que no.
—Yo asomándome al salón, y...
—Está bien, está bien— me detuvo— Mientras me lo dices, vamos a hacerlo, ¿vale?
Nick cruzó la verja fácilmente, como si no hiciera cinco años que no lo hacía. Yo ojeé su espalda antes que mis temblorosas piernas. ¿Podría hacer esto? Llenando mis pulmones de aire, di un paso al frente.
—Allison, no pienses en nada. Sólo en la noche del accidente. Concéntrate en eso.
—Pero— titubeé.
Nick se acercó y me abrazó con fuerza. Estoy segura de que notó lo mucho que estaba temblando.
—Tranquila. Estoy contigo. No voy a dejar que te pase nada nunca más. No tengas miedo. Tú sólo haz lo que recuerdes.
Cuando me separé de él, el camino de la entrada quedó a mi total disposición. Respirando profundamente, cerré los ojos y recordé aquella noche. Todavía insegura, me apresuré hasta la entrada y, sin atreverme a detenerme hasta llegar, alcancé el salón. Ahí era donde había ocurrido el accidente. Sentí el sudor frío rodarme por la espalda. Me concentré en lo que recordaba: Mi padre estaba viendo la televisión, mi madre estaba hablando por teléfono.
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Envíame un beso
RomanceAllison tenía una vida normal. Todo lo normal que podía ser dentro de la riqueza de su familia, por supuesto. Y no había nadie que no la conociera porque tampoco había nadie que no conociera a Nick Bonnaire, su amigo de la infancia; y ellos estaban...