❤┇ＤＥＳＴＩＮＹ┇
❝¿Podrán guardar su secreto por más tiempo?❞
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❁Historia de •Levi y Mikasa Ackerman•
❁Prohibida copia y/o adaptación.
❁Por editar.
Apagué el motor de mi vehículo, me mantuve en esa posición por varios minutos.
Fruncí leve el ceño, pensando en la situación que me encontré hace unos minutos atrás. ¿Esa era la excusa de trabajar hasta tarde?
Apreté el volante poniendo mis nudillos blancos, respiré hondo tratando de calmarme; la ira y el enojo me tenían cegado, no quiero cometer algo que pueda arrepentirme.
¿Cómo paso todo esto? Ayer estábamos perfectamente bien, hablando de las próximas vacaciones en Latinoamérica. Ya tenía los boletos, pasaporte y el maldito permiso del empleo.
Una lagrima cayo por mi mejilla, la cual seque rápidamente. Me sentía devastado, engañado, estúpido, miserable y la peor cosa que allá pisado el planeta.
¿Por qué pasa esto? Yo siempre fui bueno con ella, le di atención, cariño, confianza y más.
Suspire, debía bajarme del vehículo. Mi mano derecha temblaba al tenerla sobre la llave, trate de sacarlas pero ya no tenía fuerza de voluntad.
Golpee tres veces el volante de la frustración.
- ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué maldita sea?! -exclamé entre dientes, mi mandíbula temblaba de lo apretada que estaba-. ¿Por qué maldita seas tenías que ser tú? -mi voz se cortó, dejando un hilo de voz en las últimas palabras.
El dolor de mi pecho se apodero de mí, empecé a llorar. Ella es la segunda mujer que me hace derramar lágrimas, la primera fue la muerte de mi madre.
Gemía tratando de reprimir los sollozos, limpié mis lágrimas con las mangas de mi chaqueta, pero estas mismas seguían saliendo. Como si en ese momento todas las penas querían salir, matando dos pájaros de un tiro.
-Levi Ackerman-murmuré con mi frente apoyada en el volante, había dejado de llorar hace unos minutos-. Eres simplemente patético.
Baje del auto al estar más calmado, cerrando de un golpe la puerta.
Camine a la entrada de la casa, ella ya vendría y estaría listo para una conversación.
-Mierda-maldije al no poder acertar la llave en la cerradura.
Luego de varios intentos pude abrir la puerta, respire hondo al encontrarme adentro, allí estaba el típico sofá-cama de cuero, lo había comprado hace unos meses para poder esperarla. Temía cada minuto por ella, no sabía que haría si la perdiera, pero toda esa preocupación de iba marchitando cada día, y ahora estaba simplemente extinta.
Pase una mano por mi rostro para controlar mi enojo, no debía mostrarme agresivo con ella. Nunca sería capaz de levantarle la mano, aunque este lo más endemoniado que pueda estar.
Cerré la puerta y me senté en el sillón, no prendí ninguna luz. Solamente quise pensar en estos últimos minutos antes que llegue.
Ni la luz de la luna alumbraba esta mierda de casa, mis párpados se aburrían de mirar el mismo oscuro lugar, que no supe en que momento quede dormido.
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El sonido de la puerta me despierta, suspiré apoyando mis codos en mis piernas con la cabeza baja.
Sus tacones resonaban la madera del suelo, caminaba lo más silencioso posible para no hacer eco. Prendió la luz, la cual iluminó tenuemente toda la sala y al encontrarme dio un grito ahogado del susto, colocando su fina mano con anillos en su pecho.
-L-Levi-comentó nerviosa.
Observé su figura, los botones de su camisa estaban mal abotonado pero pasaban desapercibido, su falda al revés y su cabello despeinado.
- ¿Sabes qué hora es? -pregunto mirando el suelo.
- ¿Qué? -me repitió confundida.
- ¿Sabes qué hora es? -volví a preguntar paulatinamente, tratando de mantener la cordura.
-Son las tres de la mañana-comentó mirando el reloj de la pared, ese mismo era mi infierno todas las noches.
- ¿Dónde estuviste? -pregunte nuevamente.
-En el trabajo amor-dijo con una sonrisa-. ¿Sucede algo?
- ¿Qué clase de trabajo?
- ¿Es una especie de interrogatorio?-preguntó confundida.
- ¿Hace cuánto estás con él? -pregunte directo, con un nudo en mi estómago.
- ¿Él? -me devolvió pregunta.
La mire de reojo, estaba con sus dedos jugando y una mirada nerviosa, la había atinado.
-Tu amante-comenté con dolor, para terminar escupiendo la última palabra-. Tu jefe.
Ella quedo en silencio con una mano en su boca, sonreí irónico al afirmar que era verdad, aunque por dentro moría.
