Coincidence of destiny ❥ʀɪᴠᴀᴍɪᴋᴀ

🍸ᴄᴀρɪᴛᴜʟᴏ 17🍸

—Muy bien mocosos—comento Levi mirando los trabajos.

— ¿Nos entregará las notas? —pregunto una castaña.

—No, la próxima clase—comento guardando las hojas.

Ya casi era hora de salir, iba a ir nuevamente al trabajo de ella.

Un mensaje entrante, sonó en su celular.

Pensaba que era esa persona deseada, pero no.

«Tanto tiempo, si tengo uno y para tu información, si está limpio. ¿Cuándo lo vendrás a ver?

Atte: Mike.»

Suspiro para contestar.

«Mañana a la tarde pasare. Luego envíame la dirección.

Atte: Levi.»

Rasco el hueso de la mandíbula mientras esperaba el mensaje, y para su suerte recibió el que quería.

El rubio de anteojos miraba a su maestro sonreír mientras escribía.

— ¿Hablara con ella? —susurro para el mismo.

Era posible, en los mensajes anteriores se mantenía serio, pero en este no.

¿Será perfecto para Mikasa? No quería que la madre de su amigo sufra.

—Armin, ¿Estas bien? —pregunto su melliza.

—Si estoy bien Krista—murmuró con una sonrisa.

La nombrada un tanto desconfiada asintió, algo le pasaba y quería saberlo para así obviamente ayudarlo.

La campana que informaba la retirada empezó a sonar, el primero en irse fue el profesor.

— ¿Desde cuándo tiene muchas ganas de irse? —murmuró Krista agarrando su bolso.

—Alguna mujer debe esperarlo en la cama, es hombre Krista, tienen el instinto de reproducirse—comento su amiga.

—Ymir, eso es un tanto vulgar—comento la pequeña rubia.

— ¿Ustedes dicen que es eso? —pregunto Armin que caminaba junto a su hermana.

—Los hombres no buscan mujeres para acostarse, o el profesor no es así—comento entrelazando sus manos—; él es como un príncipe, en busca de su princesa.

Su hermano imagino la escena, quizás tenga razón, ambos mayores estaban muy alegres hoy en día.

—Yo sigo diciendo que se acuesta con alguien—comento la de pecas.

— ¡Hola! ¿De qué hablan? —pregunto Eren llegando.

Este mismo estaba feliz, había pasado el examen de arte.

—Hablamos que el profesor Ackerman quizás tenga novia—informo Krista.

— ¿Ah sí? ¿Quién será? —pregunto para él mismo.

—Propongo seguirlo—comento Krista.

—Yo propongo ah que tenga intimidad chicos, es su vida—comento Armin rápidamente.

—Pero tenemos curiosidad de saber ¿Quién es la perfecta para él? —dijo Ymir.

— ¿Quién es perfecta para quién? —pregunto Sasha uniéndose.

—Para el profesor Ackerman—comento Eren un tanto nervioso.

— ¿Tiene novia? —pregunto confundida.

—Si, por suerte mi madre se salva—comento el castaño suspirando de alivio.

No quería que su madre se junte con él. Además de que es raro tener a tu profesor como padrastro, ella tenía a su papá.

—S-Si—comento Armin rascando su nuca.

A veces agradecía que su amigo sea ignorante.

—Veo que casi llego tarde—comento una voz grave.

La pelinegra salto del susto.

—Oh Levi, me asustaste—comento nerviosa.

Esta misma estaba por cerrar la tienda, ya que era su turno.

—Lo siento—se disculpó y extendió una pequeña caja de bombones.

Según Erwin, siempre le daba a su esposa. Decía que era la debilidad de las mujeres, o mejor dicho la debilidad de Hanji.

—Oh gracias—comento agarrando cuidadosamente el paquete.

Era una caja roja, traía alrededor de seis chocolates con dulce de leche adentro.

— ¿Qué es dulce de leche? —pregunto al ver los ingredientes.

—Es una mermelada supongo, es de América latina—explico con las manos en los bolsillos.

— ¿Fuiste a América? —pregunto sorprendida.

—Claro, allí mi tío me envío al Colegio Militar—comento—. Pero me volví para hacer la carrera de profesorado.

— ¿Y por qué te gustó esa carrera? —pregunto Mikasa.

Al terminar de cerrar el negocio, agarro la mano de él para empezar a caminar.

—Cuándo necesitaba dinero, era profesor en particular—comento entrelazando los dedos—. Me gustaba explicar y todos decían que era muy bueno.

—Es interesante, a mí me hubiera gustado ser médica—comento sonriendo.

— ¿Por qué? —pregunto el pelinegro.

Ella miro el cielo, tenía muchos motivos por cual serlo.

—Más que nada, por qué mi madre estaba enferma de gravedad, también comentaban que tenía manos suaves—dijo mirando sus manos.