❤┇ＤＥＳＴＩＮＹ┇
❝¿Podrán guardar su secreto por más tiempo?❞
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❁Historia de •Levi y Mikasa Ackerman•
❁Prohibida copia y/o adaptación.
❁Por editar.
Muy bien pecadoras, aviso que empiezan las partes +18, como sé que ignoraras este anuncio, y dirás "Alv sigamos leyendo", no me hago cargo de posibles problemas en los ojos. (?)
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Minutos después me separe de sus labios para recobrar aire, ella jadeaba igual que yo.
Bese su mejilla para ir bajando con besos su cuello, su piel era suave y tibia. Sus manos rompían el nudo de mi corbata para darles paso a los botones de mi camisa.
Gruñí al sentir sus manos rosar mi pecho, sus uñas largas me daban un leve cosquilleo.
La ropa me empezaba a sofocar, retire mi saco y camisa sin dejar de brindarle besos a su cálido cuello, con mis pies saque mis zapatos para proseguir a acariciar sus muslos.
Empecé a subir su vestido, mientras mis manos recorrían esa perfecta figura.
Escuchaba sus suspiros, al sacar su atuendo, sus manos torpemente trataban de sacar mi cinturón.
Volví a besar sus labios, pasando mis brazos por detrás de su espalda.
-Tsk-bufe con mis labios pegados a los suyos, el sostén era difícil de sacar, estuve varios segundos buscando como se abría.
- ¿No puedes?-murmuró dándome un beso.
-Deberían crear algo más fácil de sacar-comente juntando nuestras frentes.
-Así-dijo desprendiendo su sostén por un broche que estaba ubicado entre sus pechos.
Alcé una ceja, ¿Tan fácil era?
-Para la próxima ya sabré-murmuré en su oído.
Sonreí al verla sonrojada, era tan hermosa y delicada, ¿Cómo podrían cambiar a alguien tan especial?
Bese sus clavículas para ir bajando.
-Levi-susurro Mikasa, cerrando sus ojos mientras disfrutaba los tibios besos.
Bese entre sus pechos, su corazón bombeaba demasiado rápido, empecé a masajear leve su pecho izquierdo, para besar el de la derecha.
Sus pechos eran más grandes que la palma de mi mano, tenía miedo de hacerle o causar algún daño.
Ella apretó la sabana liberando leves gemidos audibles para mí; jugué unos minutos con sus senos. Quería descubrir más, esta chica hacían florecer nuevos sentimientos y experiencias.
Acaricie su cintura, para volver a besar sus labios.
-Levi-murmuró nuevamente sonrojada.
- ¿Qué sucede? -pregunte alejando un poco nuestros rostros para mirarla.
- ¿P-Puedo...? -pregunto apuntando mi miembro.
Un leve sonrojo se posó en mi rostro, asentí para salir de arriba de ella.
Me pare sacando mi pantalón, mientras Mikasa se sentaba en la cama, mire a otro lado avergonzado.
-Es la primera vez que lo hago-murmuró.
-Hazlo tranquila-comente rascando mi nuca.
Ella empezó a acariciar y besar mi miembro sobre la tela.
Reprimí un gemido, esa acción me había tomado por sorpresa, la mire con los ojos levemente cerrados.
Mikasa empezó a bajar mi bóxer, pero al encontrarse lo que había dentro de él, hizo que su rostro que tiña de rojo.
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La pelinegra, agarro la masculinidad de Levi para empezar a acariciarlo, se sentía nerviosa, tenía tantas preguntas en la cabeza.
¿Y si no le gustaba? ¿Si lo hacía mal? ¿Si no queda satisfecho?
Jean no la dejaba hacer tal cosa, siempre era él, el que hacia todo el trabajo, el que la trataba de "complacer" por su ausencia, que al paso del tiempo termino siendo solo sexo.
Suspiro para ubicarlo en su boca, era algo enorme para ella.
Levi trataba de ahogar los gemidos, fallando en el intento, sentía la lengua de la contraria rosar y jugar con su glande, la cavidad bucal de Mikasa era magnífica según él.
Agarro los cabellos azabaches de su compañera, formando una coleta alta para mantenerlos en sus manos.
Mientras que ella mojaba con su lengua desde la base hasta el glande, dando placer y leves espasmos al pelinegro.
Empezó a meter lentamente el miembro en su boca, los gemidos y gruñidos de Levi eran cada vez más altos, ya no le importaba que Mikasa los escuche. Agradeció internamente aquella "información adicional" de la recepcionista.
La fémina saboreo el líquido pre seminal, era algo salado según ella. Pero eso no la detuvo, sus dientes rozaban la piel sensible de la masculinidad del joven de orbes oliva.
-Mierda-murmuró apretando sus puños, sus pensamientos eran incoherentes. La humedad, los roces de los dientes y las succiones que le daba la pelinegra lo hacía sentir en el paraíso.
La movía lentamente desde sus cabellos con su mano, sus respiraciones eran aceleradas.
