Capítulo 16

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Tristán en aprietos. Todos Contra el Bastón Serpiente

Cernos, Badicca y Silen, armados como podían con las armas que tomaron de los atracadores vencidos, le plantaron cara al misterioso enemigo quien empuña su Bastón Serpiente. Silen fue la primera en lanzar su ataque pero éste fue detenido por el bastón formando una especie de codo con sus secciones; Cernos y Badicca también se sumaron a la ofensiva pero fueron repelidos de igual forma. Con la velocidad de la que sus brazos fuese capaz intentaban penetrar la defensa de su enemigo, ya sea con cortes, estocadas o porrazos, mas todos sus ataques fueron improductivos.

La defensa de aquel misterioso salteador parecía ser infranqueable y sus contragolpes contaban con gran precisión, por lo que Silen y Cernos llegaron a la conclusión de no se enfrentaban a un adversario ordinario, y que ese bastón debería de ser un arma encantada. De entre los tres Badicca siempre era el más afectado por los golpes por el extremo del arma del contrincante, y dentro suyo se lamentaba el siempre escabullirse de las lecciones de combate armado y sin armas -obligatorias para la realeza y los nobles- en su infancia.

-Entreguen sus vidas sin oponerse, y su muerte será rápida -dijo el maleante-
-No tenemos nada de valor, ¿qué es lo que quieren ustedes de nosotros? -preguntó Silen-
-No queremos sus pertenencias, sabemos ustedes son los hijos de la pareja imperial, así que ya se imaginarán quiénes somos -contestó el atracador-

Lush y Shemaz recobraron la conciencia y quedaron impactados al ver los cuerpos tendidos y el piso ensangrentado a la puerta del camarote, y cuando Lush ayudó a Shemaz a reincorporarse notaron algo inquietante en los cadáveres luego de inspeccionarlos: una daga negra tatuada en el centro del pecho, signo inequívoco del rumoreado grupo de operaciones negras, "La Daga en las Sombras". Al asomarse por la puerta vieron como sus hermanos le daban pelea al cabecilla de los salteadores, quien usaba con gran experticia el Bastón Serpiente contra los tres a la vez.

Al ver como sus hermanos eran castigados por los contraataques enemigos, Lush dijo a su hermano Shemaz que esperara ahí mientras él ayudaba a sus hermanos y después salió, ignorando por completo su negativa. Para ello tomó uno de los cuerpos tendidos y lo levantó sobre su cabeza para arrojarlo con todas sus fuerzas; al lanzar el cadáver contra el enemigo quedó sorprendido al ver cómo su proyectil de carne fue interceptado por el arma del rival, empalando en el aire el cuerpo de su compañero finado como si fuese una sólida pica.

-Otro más que tiene prisa por morir -dice el líder salteador levemente sorprendido-
-Así que mi madre te manda a hacer su trabajo sucio, ¿no es así, criminal? -dijo Lush con aire desafiante-
-Interesantes palabras escogiste para tu epitafio -replicó el maleante con frialdad mientras arrojaba por un costado el proyectil muerto incrustado en su arma-

Los demás salteadores, quienes se habían apartado al ver a su líder tomar parte, regresaron a la nave horrorizados al ver lo sangrienta y feroz que se estaba volviendo la lucha. Desde el otro lado del túnel oruga vieron el combate de su jefe, más temerosos de ser herido por él que por sus supuestas víctimas.

Cuando vio que nuevamente sus hermanos habían sido tumbados por un ataque del agresor decidió, aunque de manera absurdamente temeraria, tomar partido como mejor sabía hacer: luchando cuerpo a cuerpo. Lush se sumó al ataque de sus hermanos contra enemigo del Bastón Serpiente intentando tomarlo con sus manos desnudas para inmovilizarlo pero el asaltante la esgrime contra el forjador kelt.

Aunque el forjador lograra agarrar firmemente el arma, fue sacudido por la misma como si fuese un trapo polvoriento. Aunque el misterioso atacante logra arrojar a Lush de vuelta hacia la puerta de su camarote éste recibe del mismo una patada en el pecho que lo estampa contra la pared. A pesar de que fue muy fortuita la patada, recibió al fin el primer golpe efectivo. Cernos lo levanta consigo para que se reincorpore y le alegra ver que su hermano se les una para defender la nave:

El Primero De Los Elementales |La Leyenda de Tristán el Iniciado I|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora