Capítulo 49

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Persecución a los príncipes desterrados. La estrategia de Eleios

Había caído el pesado manto nocturno sobre la ciudad de Numidia y en las frías calles desiertas el viento serpenteaba rompiendo el silencio que reinaba. Entre más pasaban las horas más luces de la ciudad se apagaban. En la quietud reinante en sus caminos se movían como ratones los maleantes desde la plaza y en dirección a ésta, surtiendo así el Mercado Nocturno.

Al otro lado de la calle que bordeaba la plaza del barrio kelt se habían reunido los agentes de la Daga en las Sombras, recostados sobre una pared y cubriéndose con mantas cual si fueran vagabundos. Con lo frías que eran las calles nadie sospecharía de ellos, ni siquiera en el Mercado de la Noche.

-¿Alguna novedad? Por mi parte he dado con los horarios de los hermanos de las factorías -Inquirió Meleis abriendo la conversación.
-Los que trabajan en la cantina no salen de ahí por ningún motivo, así que sugiero descartarlos como blanco -mencionó Dagdan.
-Encontré bastante regular el horario de la bibliotecaria: entra a primera hora y sale antes de las diecisiete horas de Urasa -acotó Taitos. Sigue todos los días el mismo camino de ida y vuelta a su piso, parece no darse cuenta de que la sigo.
-El muchacho que estudia en el Santuario tiene también un horario bastante estandar, aunque también lo había visto yendo al estadio el partido pasado -comentó Feinan.
- ¿Eso significa que podemos dar el golpe e ir por alguno de ellos, no? -Preguntó Dagdan.
-Yo creo que sí -respondió Feinan. Podemos ir por la bibliotecaria, el estudiante y los del sector industrial.
-Sí, todo de acuerdo al plan -afirmó Taitos. Nos llevamos a uno, exigimos que vengan los demás hermanos en donde les digamos, les atrapamos al resto y tendremos nuestra libertad asegurada.
-Decidido, mañana a primera hora iremos por el primero que caiga en nuestras manos -afirmó Meleis. En caso de no tener éxito ya tengo en mente a quiénes podemos echarles el guante.
-Bien pensado, Meleis -reconoció Feinan. Siempre hay que tener un plan de respaldo.
-Descartados los de la taberna, acompañaré a Meleis en su intento de llevarse a los de la zona fabril -finalizó Dagdan antes de irse.

Terminada aquella pequeña reunión ambos levantaron sus mantas del frígido piso y se separaron, perdiéndose en la oscurisad de las calles.

El sol había salido en el horizonte de Numidia y los primeros rayos del alba encontraron a todos los hermanos despiertos y a punto de irse a sus lugares de trabajo y estudio: Shemaz con Tristán saliendo rumbo al Santuario de los Elementales, Silen con destino a la biblioteca, Lush y Badicca de camino a sus talleres en la zona industrial de la ciudad. Sin embargo ninguno de ellos iba solo.

Shemaz y Tristán tuvieron a Taitos pisándole los talones desde que dejaron el umbral de la taberna, ataviado con sencillas ropas de segunda mano con remiendos y hendiduras cocidas. El niño humano se montaba en los hombros del joven príncipe como de costumbre, situación que aprovechó su perseguidor para acercarse y tener al pequeño a su alcance.

-Hermano, tengo un mal presentimiento -dijo Tristán a Shemaz, sintiéndose inquieto sin saber el porqué.
- ¿Percibes algo, Tristán?
-Sí, pero no sabría precisar qué, y no me gusta. Hay algo que me intranquiliza, apurémonos en llegar al Santuario.
-Creo conveniente adelantarnos a golpe de hombros. Siento que algo o alguien viene tras nuestro, ahora que lo mencionas -comentó Shemaz abriéndose paso entre los transeúntes.

Ante aquella conversación de sus objetivos Taitos se alejó de ellos un paso atrás, mas con la mirada los seguía. Antes de que se alejaran más de su vista y se perdieran entre la multitud el perseguidor hallanó su camino hasta estar justo por detrás de ambos, abalanzándose para coger por la cintura a Tristán y consiguiéndolo. Aquello no pasó desapercibido para Shemaz quien volteó al sentir que Tristán había sido jalado de sus hombros, vio que el adama estaba en manos de un desconocido y con un cuchillo amenazando con cortar a su protegido.

El Primero De Los Elementales |La Leyenda de Tristán el Iniciado I|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora