Capítulo 11

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Desafío: Padre contra hijo

Shemaz, el hijo menor del Emperador Demius quien ya era todo un muchacho, hizo enmudecer de la estupefacción a toda su nación (incluyendo a sus hermanos) al desafiar a su padre en un inédito duelo. Nadie se lo podía creer, pues en cientos de ciclos el soberano nunca había sido desafiado desde que se fundó el imperio, mucho menos por alguien de su misma estirpe.

En medio del gentío anonadado Demius trata de mantener la compostura, al tratarse de un duelo de honor no podía rehusarse, la tradición lo obligaba a aceptar. La enperatriz Duadana tampoco se lo podía creer, que un hijo suyo tuviera la osadía de enfrentase a su padre en un combate singular. Furiosa se levantó y señaló a su hijo reprendiéndolo:

"¡Insolente! ¡¿Quién te crees tú para desafiar a un combate mano a mano a tu propio padre?!"

Demius se levantó de su trono y se dirigió tanto a su hijo como a toda la nación que observaba el juicio, aceptando su desafío sin más reparos:

"Acepto tu desafío, hijo mío. Será un duelo de magia, ya que ambos somos magos debemos enfrentarnos en igualdad de condiciones. Hoy mismo, a la puesta de sol, será nuestro enfrentamiento en el Anfiteatro Magno.
Pero antes ten en claro ésto, joven príncipe: si me derrotas, tú y tus hermanos serán liberados y exculpados incluyendo al prófugo Gorez. Mas si pierdes, tomaré tu vida y a tus hermanos los mandaré ejecutar, así como le pondré precio a la cabeza de tu prófugo hermano mayor."

Con una entereza nunca antes vista, Shemaz acepta las condiciones de su padre para el duelo de honor. Se ordenó emitir un comunicado en donde se anunciaba el duelo de magia entre el soberano del Imperio de Lamathia, el emperador Demius, y su hijo el príncipe Shemaz. La noticia rápidamente se difundió, todos los rincones del imperio se hicieron eco del suceso y con ello naciones vecinas.

Una vez devueltos a su celda, los hermanos se sentaron juntos y preguntaron a Shemaz sobre la jugada que había hecho:

-¡¿En qué estabas pensando, Shemaz?! ¡Sabes lo poderoso que es nuestro padre y aún así le retas a un duelo! -pregunta airado Cernos-
-Si lo que quieres es ganar tiempo, hermano, lo haz conseguido -dijo Silen irónicamente-. Pero eso no quita lo estúpida de tu decisión, sé que tienes posibilidad de vencerle pero tampoco es que sean muchas -continuó-.
-Conozco los riesgos y sé bien lo poderoso que es nuestro padre. Por algo es el soberano del imperio y nadie se ha atrevido jamás a retarlo -respondió Shemaz tratando de calmarlos.
-Entonces decidiste que en vez de que el verdugo nos ejecutara lo haga nuestro padre con sus propias manos, ¿No es así? -encaró Lush-
-Mientras haya una posibilidad, por más ínfima que sea, debo hacerlo. Bueno, al menos agradezcan por el tiempo de gracia que tenemos -respondió Shemaz-.
-Badicca: ¡¿Tiempo de gracia?! Les diste tiempo para afilar más sus hachas, Shemaz -dijo asustado Badicca-. Papá te matará él mismo ante la vista de todos y a nosotros nos van a ejecutar de todas maneras -siguió de manera pesimista-.
-Hermano, espero sepas muy bien lo que haces. Nuestras vidas están en juego, y no olvides que sin nosotros nuestros padres irán tras Tristán tarde o temprano -dijo Silen visiblemente preocupada-.
-Eso ya lo sé bien, hermana. Por eso debo ir y hacer frente a nuestro padre, aunque no sepa ahora cuál es su nivel de poder, tengo que vencerlo. Además, Tristán tiene una poderosa aliada que le da fuerza; él podrá cuidar de Gorez y de sí mismo mientras no estamos -dijo Shemaz sacando algo de autoconfianza-
-¿Cómo es que hablas así con tanta seguridad? -preguntó Badicca-
-Alguien debe tener la cabeza fría en estos momentos, ese alguien debo ser yo -dijo Shemaz-.

Mientras sus hijos presos discuten mientras comen lo que piensan será su último almuerzo, Demius y Duadana conversan en el estudio real (el mismo taller donde decidió crear a los adamas hace mucho tiempo atrás) sobre lo que será el duelo de ésta tarde, mientras Demius realiza en su piel el Ritual de Cruzamiento: con una tinta negra trazando en su vientre una cruz dentro de un círculo, con otro círculo más pequeño que contiene su nombre inscrito en él. Antes de beberse una copa de sangre, recién sacada de un reo condenado a muerte ese mismo día, escuchó a su consorte decirle mientras se acercaba a él a sus espaldas.

El Primero De Los Elementales |La Leyenda de Tristán el Iniciado I|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora