Capítulo 37

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Inicio de clases de Tristán. Las jornadas de los hermanos en el exilio.

Los primeros rayos de sol caen en Numidia, una jornada laboral más dió inicio. Silen llegaba a su biblioteca con una taza de humeante bebida caliente de color negro con brillo ambarino, y cambió el letrero de "cerrado" a "abierto" para recibir al público interesado. Los primeros en llegar fueron Shemaz y Tristán, quienes pasaron a saludarla antes de retomar su camino al Santuario. Shemaz llevaba una manta colgando del antebrazo, camisa anaranjada con pantalones azules y unos zapatos de agujetas; y Tristán llevaba una camisa celeste con pantalones blancos y sandalias.

-¡Buenos días Silen! -saludaron ambos luego de cerrar la puerta tras de sí.
-¡Hola a los dos! Menos mal nadie los ha oído decir mi verdadero nombre, porque... ya saben.
-Sí, fuimos afortunados esta vez -dijo Tristán algo apenado por su poca discreción.
-Creo ya sabes que hoy es nuestro primer día de estudios formales, hermana -dijo Shemaz al quitarse del diente el anillo transformador.
-Sí, ya lo veo. Y ahí les darán sus uniformes, me imagino.
-Así es Silen -asintió Tristán. La verdad estoy algo nervioso por lo que vaya a ser ahí dentro porque... ya sabes, soy el primero de mi clase que logra entrar.
-Yo también estoy comiendo ansias aunque no lo parezca, hermana -añadió Shemaz ruborizado.
-No imagino que estuvieran de un ánimo diferente hoy -respondió Silen encogiéndose de hombros.
-Solo pasábamos a saludarte antes de ir al Santuario, eso nos haría sentir menos nerviosos. Ah, también queríamos darte esto -dijo Tristán cuando Shemaz le da una bolsa de papel con bollos dulces en su interior.
-¡Qué ternura de su parte, muchachos! Ahora vayan y no pierdan el tiempo, que no tardará mucho en dar el primer llamado.
-Gracias hermana, ya nos íbamos. ¡Hasta la próxima!
-¡Nos vemos Silen! -Dijo despidiéndose Tristán. ¡La próxima te cuento todo lo que vi con los de mi clase!

Silen los dejó ir con una sonrisa mientras abría la bolsa con los bollos para comérselos con su bebida caliente. Aquel sabor se compaginaba bien con su bebida caliente.

Con uno de esos dulces en mano fue a buscar un libro de cubierta roja de entre los estantes, y mirando al azar entre los volúmenes halla uno que le encuentra útil para lo que pensaba hacer. Era un libro de historia, pero ella igual se lo llevó para hacer uso de la bibliomancia en su escritorio. Se sentó en su buró y, con los ojos cerrados y la mano diestra sobre la portada, ella se concentró en el futuro cercano en busca de respuestas.

Abrió los ojos y con ellos el libro, dejando pasar rápidamente las páginas hasta que con el dedo se detuvo en una y con el dedo apuntó una palabra. Repitió el mismo proceder con otras páginas encontrando palabras, y tomaba nota mental de ellas para buscar una frase coherente que develase lo que el futuro próximo tenía deparado para ellos. Era su forma favorita de adivinación por su sencillez y por su especificidad.

Silen logró articular unas oraciones luego de ir reordenando las palabras como más coherente pareciera. "Traición dentro de aliados", "Espionaje organizado", "Secuestro y muerte", "Operaciones ocultas"; todas frases que hiló Silen y anotó en un papel con un lápiz de carboncillo. Al leerlas una y otra vez comprendió el peligro en el que se hallaban ella, sus hermanos, y Tristán. Devolvió el libro con premura al estante al que pertenecía.

Al volver a su asiento trató de recobrar la calma, de que las predicciones suyas si bien son infalibles, tienen un margen salvable por el que pueden salvarse. Salvó a Tristán y a su hermano Gorez en su momento, y ese era un tenue rayo de esperanza al que decidió aferrarse. Rápidamente escribió una misiva que replicó para sus hermanos, que dentro de dos días debían reunirse para informarles de su predicción y de la seriedad del asunto.

En corazón del barrio industrial de Numidia se hallaba el taller multiusos en el que convergen textiles, orfebres, siderúrgicos, artesanos de vidrio y cerámicas. Lush, con su nuevo aspecto totalmente irreconocible del anterior, comenzaba a trabajar en la fragua de aceros para distintos propósitos. Se encargaba del manejo del horno de fundición, el cual tenía una estrella artificial proporcionando calor en una recámara de gravedad controlada.

El Primero De Los Elementales |La Leyenda de Tristán el Iniciado I|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora