Capítulo 43

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Pisando los talones. Las paredes oyen

Cayó la noche del día siguiente y en una callejuela del arrabal kelt de Numidia, cerca del mercadillo nocturno en una plazoleta detrás de la biblioteca, cuatro kelts se encontraron en un cruce de calzadas, cubiertos con mantas para resguardarse de los frescos vientos que silbaban en las esquinas. La luna nueva solo hacía que aquella parte de la ciudad fuese más oscura y las farolas solo atenuaban aquella penumbra.

Se descubrieron los antebrazos enseñando sus tatuajes de la Daga, reconociéndose como compañeros. Andubieron juntos hasta aquel "Mercado Nocturno" (llamado así por las habladurías y rumores a los comerciantes ilegales que se refugiaban en la noche) y desvelaron sus verdaderos aspectos. Uno de ellos de pelo rizado y un tajo en la mejilla izquierda, otro falto del ojo derecho, un tercero sin la oreja izquierda, y el último con graves quemaduras en la boca.

Anunciaron sus nombres y sus cargos penales luego de mostrar sus marcas. "Taitos, condenado por asesinato en serie" dijo el de la boca quemada. "Feinan, pandillero con condena por violación" se presentó el de la mejilla cortada. "Meleis, en prisión por bandidaje" anunció el falto de oreja. "Dagdan, preso por sicariato" se presentó el tuerto.

En cada ciudad del imperio existe un mercado nocturno. Vendedores de sustancias adictivas y de armas blancas, pandilleros atendiendo en espera de ser contratados para trabajos sucios, artículos para nigromancia, venenos, pócimas prohibidas y recetas para encantamientos maléficos es lo que tienen que ofrecer los mercados de la noche. Todo aquello que fuese ilegal es distribuído ahí, por lo que mercados así son más frecuentados por delincuentes, nigromantes, asesinos y agentes de La Daga.

-Saltémonos las formalidades, que tengo información que podría interesarles -dijo Taitos pasando de todo protocolo.
-Mientras andamos, cuenta -replicó Feinan mientras los otros le seguían el paso.
-De acuerdo con lo que nos dijeron, Shemaz está aquí en Numidia y seguramente protege al adama. Lo localizé ayer hace unas horas, cuando iba con quienes parecían ser sus nuevos amigos -informó Taitos.
-Si está él, entonces los otros hermanos no han de andar lejos -infirió Dagdan. Además, si no mencionó cómo reconocer a los hermanos es porque están con un cambio de imagen.
-Yo observaba en el sector industrial buscando indicios de los otros hermanos, ya que dos de ellos están en la manufactura -dijo Meleis. Creo sospechar de un par al que siempre veía juntos y se veían algo similares, como nadie los ve mal a lo mejor son ellos.
-Vi entrar a un kelt que se veía como adulto joven al estadio, el adama que llevaba consigo no tenía collar y lo cuidaba mucho, y entre ambos golpearon a unos sujetos a la salida de aquel juego -comentó Taitos por su parte. Lo venía siguiendo desde el santuario de magos hasta una taberna no muy lejos de aquí.
-Demasiado sospechoso como para tratarse de un kelt y su mascota adama - mencionó Feinan. Por lo que pude apreciar desde que llegué, esos siempre intentan fugarse de sus amos.
-Para más, los vi saludar a la bibliotecaria a su regreso -acotó Taitos. De alguna parte la han de conocer.
-Entonces ya tenemos a más objetivos posibles para vigilar: la bibliotecaria, el joven estudiante, los dos obreros de los talleres y los del bar hasta donde sabemos -citó Meleis.

Caminando juntos rondaron la plazoleta y los estantes, se detuvieron en la tienda de una banda de maleantes. Todos con pañoletas amarillas y negras atadas en la cabeza, muñecas o cuellos, todos kelts y de casta obrera. Aquellos hampones lucían amenazantes, cubiertos de cicatrices de pleitos, con puñales y nudilleras hechizas en sus manos, jugando como si fueran juguetes inocuos.

Al frente de ellos había uno con una nariz de marfil y una pañoleta atada a la cabeza y anudada por detrás. El de la boca deformada por el fuego se les paró en frente y tomó la palabra por sus compañeros.

El Primero De Los Elementales |La Leyenda de Tristán el Iniciado I|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora