Capítulo 24

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El templo de los Elementales. El cuerpo sellado de Demius

El gran templo tetraédrico se imponía ante la vista de Tristán y sus cuidadores, quienes llegan a una parada de funicular a dos calles de la entrada principal. Bajan todos del carrete y a los hermanos Gorez y Shemaz con especial precaución debido a sus lesiones, y se dejan llevar por la calzada corrediza hasta la gran puerta ante ellos. Aquella puerta bañada en oro y con un grabado de tres espirales convergentes los recibe entreabierta con su imponente brillo, reflejándoles el resplandor de la luz del sol. De a uno ingresan al predio del santuario y ven un patio con un césped muy bien cuidado, salpicado de flores y algunas setas, atravesado por unas sendas adoquinadas en piedra caliza. Tristán queda impresionado al ver con más detalle el edificio central, por los masivos bloques de piedra que conformaban su estructura y que hacían ver pequeños incluso a un grupo de secoyas.

Justo delante los recibe en la entrada principal un joven kelt -como de la edad de Silen- con túnicas anaranjadas con mangas y cuello amarillos, y una trenza colgando de su hombro izquierdo. Con voz suave les dijo a Shemaz y sus hermanos: "Bienvenidos sean al Santuario, el Padre de la Luz les abre las puertas". Shemaz salió al paso por sus hermanos y se dio a conocer ante su recepción:

-Soy Shemaz, hijo desterrado del emperador Demius y la emperatriz Duadana. Necesito la ayuda del Maestro, y si me lo permite quiero hablar con él para poder quedarnos aquí en la ciudad.
-Sorprendente visita la que tenemos aquí -respondió el joven. ¿Y ese pequeño adama en tus brazos, Shemaz? ¿Acaso viene con ustedes?
-Es nuestro protegido, yo lo inicié en el camino de los elementales y quiero que él sea admitido conmigo aquí -respondió Shemaz.
-Eso lo decidirá el Maestro Magnaris -comentó su interlocutor. A tus hermanos los atenderán en unos momentos para ver lo que necesitan, Usted y el pequeño vendrán conmigo junto al Maestro.

Luego quien los recibió sacó de dentro de su túnica un guante rojo, se veía rasposo y con brillo metálico, que al chasquear los dedos desprendió unas llamaradas que al entrar formaron una oración: "Atender a exiliados en la entrada principal". Pidió a Shemaz y Tristán lo acompañaran y fueron a unas escaleras que ascendían en espiral a la izquierda de la entrada, y Tristán preguntó a Shemaz por quién los estaba atendiendo.

-Y tú, ¿cómo te llamas?
-Mi nombre es Tyrsenos, y soy ayudante de las clases de control de fuego.
-Yo soy Tristán, creo ya conoces a...
-Claro que sé quién es él -interrumpió-, es el príncipe Shemaz, el alumno más prometedor y mejor calificado del imperio.
-Por cierto, ¿cómo es eso de ayudante?
-Son los estamentos dentro de los magos elementales -respondió Shemaz a Tristán-, y son éstos en orden vertical: Iniciado (en el que estás), Alumno (en el que estoy yo), Ayudante y Maestro.
-Ah, ya entiendo. Entonces vamos a ver a...
-El Maestro Magnaris, el encargado general de la enseñanza a los magos. Él se encargará de probar sus aptitudes para ser admitidos.

Terminaron de subir aquella escalera y llegaron al segundo piso, vieron al final del pasillo una puerta cerrándose detrás de alguien que entró. Tomaron el pasaje que cruzaba frente a la biblioteca por la derecha y el salón auditorio a la izquierda, hasta llegar a la puerta del despacho de los maestros. Se abrió sola la puerta y se encontraron con el Maestro Magnaris, trayendo consigo biblioratos y tabletas de escribir mientras su capa granate se colgaba sola con una orden de voz. Aquel maestro denotaba entrar en edad avanzada con unas motas anaranjadas en su calva, pómulos y nariz, que resaltan en su afeitado y arrugado rostro. Luego de que se desparramasen los biblioratos que trajo consigo y los volviera a meter dentro de las carpetas atendió a sus peculiares entrevistados.

-!Pasen, tomen asiento, justo aquí! -dijo cándidamente con voz ligeramente aguardentosa.
-Saludos Maestro Magnaris -dijo Shemaz al tomar asiento con Tristán sentado en sus hombros como un niño pequeño.
-Joven príncipe, es una sorpresa verlo por aquí. Por si se lo pregunta, estoy al tanto de su situación de exilio. Veo que viene aquí con la razón de su predicamento.
-Sí, se podría decir. Él es Tristán, un adama que encontramos abandonado en un bosque de las tierras templadas del noroeste, y al que adoptamos en secreto.
-Ho... hola, Maestro -saludó Tristán tímidamente.
-Hola, supongo que tú eres Tristán -respondió el maestro saludando con la cabeza.
-Maestro, he venido a solicitarle dos cosas: la primera es que a mí y a mis hermanos nos deje vivir aquí en la ciudad, y la segunda es que nos admita a mí y a Tristán aquí para estudiar la magia.
-Bueno, por lo que percibo del aura del adama lo has iniciado hace no mucho. Será el primero de su clase que ingrese como estudiante, intuyo tiene un gran potencial -dijo el maestro entrecerrando los ojos mirando fijamente a Tristán.
-¿Entonces nos quedaremos, Maestro? -Preguntó Tristán.
-Tal como lo dices, joven adama -respondió el Maestro. Por cuestiones de protocolo serán probados sus conocimientos prácticos en el patio central, aquí Tyrsenos los llevará de inmediato.
-Maestro, con su permiso -dijo Tyrsenos al levantarse.

El Primero De Los Elementales |La Leyenda de Tristán el Iniciado I|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora