Capítulo 31

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La reserva adama. Los marginados de Mu.

Shemaz y Tristán ya se habían instalado en aquel departamento que sus hermanos le habían podido conseguir. Si bien estaba descuidado y sucio, con manchas de humedad y un retrete y lavadero obstruidos, era ideal para que pasaran desapercibidos en medio de los plebeyos. Una alacena, una placa de cocina, una mesa con cuatro sillas, un baño con agua corriente y una cubeta con trapeador, una gaveta refrigerada, un sofá cama y un colchón en el suelo. Con una pantalla para enterarse de novedades y entretenerse y un hablaescucha para comunicarse con sus hermanos ya era suficiente. No era lo mejor que Mu podía ofrecer mas peor era nada.

Al terminar de ayudar a Tristán a hacer sus necesidades Shemas lavó sus manos en el lavamanos luego de destaparlo con los dedos, asqueado de los trozos de piel seca y descamada que obstruían la coladera. "El que nos dejó esta habitación definitivamente consumía polvo estelar, y ésto es lo que le quedaba de nariz" dijo en un soliloquio. Pensando en qué podría preparar para almorzar revisó las gabetas de comida y lo que encontró fueron vegetales descompuestos y con moscas rodeándolos: plátanos, sandías, naranjas, tomates, zanahorias, sacos de arroz y otras hortalizas terrícolas sirviendo de festín para insectos. Tampoco los de Lamathia se salvaron, pues halló tubérculo dulce, grano de cáscara dorada y raíz lechosa en el mismo penoso estado que los productos terrestres.

Se encogió de hombros y suspiró ante la frustrante situación, pero justo debajo de la pantalla de imágenes había una consola de hablaescuha. Con ella había una lista de locales de comida a los que podía llamar para hacer un pedido de entrega a domicilio. En la consola había una pequeña nota que decía que debía marcar al número cero si quería llamar a su hermano. Así lo hizo, tomó los auriculares y la ampolla de habla.

-Hermano, llamo porque quería dos cosas: la primera es gracias por el gazpacho, y la segunda es que queremos almorzar.
-Tú solo pide hermano y nosotros nos encargamos del resto -dijo Gorez con aire despreocupado y familiar.
-Gracias Gorez. No te molestaría sino fuera porque no hay nada en la alacena con lo que pueda prepararnos algo, y lo que hay está en pésimas condiciones.
-Sí, hermano. Aprovechamos para crearnos una nueva cuenta bancaria con los umas que no sobraron.
-Entonces pediremos algo a la plancha, como unos chicharrones y algo vegetal para acompañar.
-Ustedes solo hagan su pedido, nosotros nos ocupamos de pagarlo. No necesitan preocuparse del dinero, solo estudien y conviértanse en magos elementales.
-Muchas gracias hermano, en serio. Ni de broma íbamos a poder comer ninguna porquería que dejó aquí el adicto al polvo estelar que vivía antes que nosotros.
-Ustedes tranquilos que nos cubrimos entre todos. Y no olvides pedir tú tambien tu anilla dental para transformarte ahí en la gobernación. ¡Hasta luego, tengo clientela que atender!

Al colgar Shemaz se hallaba más tranquilo en su preocupación por comer algo ese día. En el hablaescucha marcó en las dos hileras de teclas que iban del cero al nueve, siete números que correspondían a un restaurante de almuerzos de rápida elaboración. Recibida su llamada pidió para el un estofado de carne de leviatán con guarnición de tubérculo dulce, y para Tristán un poco de mijo tostado y esturión a la plancha. El gerente al otro lado aseguró que su comida llegaría en media hora, Shemaz agradeció y finalizó el contacto.

En lo que su pedido llegaba lleno la cubeta con agua y trapeó el polvoriento piso, Tristán por su parte miraba desde la ventana el paisaje urbano y a los transeúntes. No solamente miraba a las calles en espera de la entrega a domicilio, observaba como era la actividad en las calles cercanas a su edificio. Lo que más interesaba al pequeño adama era, aparte del edificio lectivo del Santuario de Numidia, era la propia biblioteca a pocos metros de distancia. Kelts jóvenes entrando con libros gruesos en sus brazos abrazados al pecho cual bebé, y a todos ellos atendiéndolos Silen con su nuevo aspecto.

El Primero De Los Elementales |La Leyenda de Tristán el Iniciado I|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora