Capítulo 20

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La Daga en las Sombras regresa a Lamathia. Peregrinaje a la Casa del Silencio.

Dejando Urasa, la nave de Kelsirus fijó curso de regreso a Lamathia. Teniendo ya a la estrella Sirio justo en frente recibe una llamada audiovisual desde la voz del vacío, y al contestar se dio cuenta de que era la reina Duadana en persona. Sentada cómodamente y con las puntas de los dedos tocándose entre sí, y con un aire de no estar muy complacida, la emperatriz se corrigió su postura y se dirigió a Kelsirus:

-Dime más, Kelsirus. Quiero más detalles.
-Mi Señora, el pequeño adama casi cae ante mis manos, de no ser porque sus hijos despacharon a casi todos los efectivos.
-Eso significa que descubrieron la existencia de la Daga en las Sombras, y por esperaban ser atacados nuevamente. Tranquilo, error mío al inentar cogerlos en una táctica de pinzas.
-Como usted diga, Mi Señora. Por cierto, ¿mi padre cómo está? ¿Ya mejoró el esado de sus lesiones?
-Mejor míralo por ti mismo.

En la esquina inferior izquierda de la imagen apareció una imagen dentro de un cuadro, y al decir "ampliar" vio a su padre quitándose los vendajes, con las heridas ya sanadas y los huesos completamente sanos. Radens era dado de alta por los médicos de la familia imperial, y se preparaba para salir del hospicio médico vistiendo una camisa blanca y pantalón negro, cortesía del hospicio a tal figura heroica. El rudo semblante de Kelsirus no pudo contener las lágrimas.

-Tu padre ya está completamente recuperado, joven Kelsirus. Listo para luchar nuevamente.
-¡Gracias Mi Señora! ¡Es Usted magnánima!
-No tienes que agradecérmelo, era parte del trato que los tres aceptaron.
-Y mis otros hermanos, ¿ya lo saben? ¿Saben de lo de nuestro padre?
-En éstos momentos Balderios acaba de recibir el mensaje al llegar, y también se emocionó con la noticia, tanto que él mosmo se apersonó en el hospicio. Solo falta que Eleios también se entere.
-Entonces yo mismo iré en persona a decírselo, Mi Señora.
-Entonces date prisa en volver, ya que Eleios fue al Puerto del Ocaso, para iniciar la peregrinación a la Casa del Silencio.
-Esa orden de asesinos, ya veo. Él fue el único de nosotros en rechazar su oferta de trabajar en La Daga, Mi Señora.
-Parece que resultó ser el más orgulloso de entre ustedes tres. Dijo que tomaría venganza a su propio modo, según recuerdo.
-Entonces debo apresurarme en llegar hasta él, antes de que inicie su peregrinaje y no pueda comunicarme con él. Gracias, Mi Señora.
-Vuelve con bien, Kelsirus. Ah, a ustedes dos ahí tendrán una última misión, pero eso será más adelante. Y tú, el que sobrevivió del equipo, haré labrar una resolución por la que se te absuelve de la ejecución. Si cumples con la siguiente misión, serás indultado y quedarás en libertad.
-¡Mil gracias, Mi Señora! ¡Tiene mi eterna gratitud! -Exclamó el otro asesino llorando también de felicidad.

Luego de finalizar la comunicación, Kelsirus y su conductor pasaron por la Dimensión sin Tiempo para llegar cuanto antes a Lamathia. Una vez llegados a su mundo, la primera gran urbe en avistar fue la capital imperial Demiurgos, donde residían Demius y su consorte Duadana. Kelsirus dijo a su copiloto que lo llevara al Puerto del Ocaso, en el extremo más occidental del continente de Thalassa. Sobrevolaron primero el concurrido Mercado de Somai, al sur del casco urbano de la capital. Vieron desde arriba las cuadrículas de las tolderías de los vendedores al menudeo, que ocupaban cuatro manzanas: una para la venta de alimentos, otra para utensilios del hogar, otra para herramientas manuales y una más para mueblería.

A la izquierda de los toldos de los minoristas se hallaban unos edificios rectangulares de dos plantas, donde se hallaban los vendedores mayoristas y tratantes de artículos de lujo, así como de venta de enceres para la magia. Al centro se observaba una gran plaza rodeada de comedores y tabernas, con un gran obelisco de cuarzo en el medio apuntando ferozmente al cielo. Esa plaza también era donde las cuatro avenidas principales con sus cuatro carriles que desde los puntos cardinales convergían, funcionando también como una rotonda. A dos cuadras de la plaza se hallaba el coliseo en plena reconstrucción luego del duelo de Demius, con plataformas levitantes colocando uno a uno los bloques de piedra de granito con un encastre perfecto con los otros bloques.

El Primero De Los Elementales |La Leyenda de Tristán el Iniciado I|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora