Capitulo 26

19 4 0
                                    


Darío

No me encuentro muy bien, tengo  mucho dolor de cabeza y algunas náuseas, creo que me iré a casa a descansar, le tendré que decir a mi profesor de arte que me marcho. Me encanta mis estudios, estoy cursando cuarto año de artes escénicas y es lo que más me apasiona en esta vida además de la belleza del color de los ojos de Priscila. Creo que mi enfermedad tiene un nombre y es Rubí o Priscila, como se llame, la cuestión es que muero por su mirada y por toda ella.
Regreso a mi casa y estaba vacía, por mi perfecto, solo necesito que nadie me moleste. Mis hermanos estaban en el colegio y mi madre simplemente no estaba en casa, como de costumbre. Abro la puerta de mi habitación y mi cama estaba bien hecha, antes de irme lo había recogido todo, luego entro en la habitación de mi hermano John y estaba hecha un desastre, entonces pensé para que acostarme en mi cama cuando ya está hecha si tengo la de mi hermano que está un desastre, si me acuesto allí no podré desordenar más de lo que está y no se dará cuenta que he estado aquí.
Pasados unos quince minutos siento un portazo y la voz de mi madre que está en el teléfono. Entra y abre la puerta de mi habitación, se que es mi dormitorio porque es la única puerta de toda la casa que hace un ruido espantoso, me pregunto que busca, me levanto y abro despacito la puerta del cuarto de mi hermano y veo que mi madre quiere entrar en mi ordenador, creo que no tendrá suerte porque lo tengo con contraseña.

-¡Mierdaaa, está bloqueado!, ¿Qué hago? -Me pregunto con quién hablara por teléfono, pero tengo la mínima sospecha. Hago el amague de ir y preguntarle qué demonios quiere de mi ordenador y que hace en mi habitación, sabe que le tengo prohibido que entre sin mi permiso, porque cuando entra me tira todo lo que a ella le parece que no sirve.

-¡A ver Frank! No me toques los cojones, yo hago todo lo que me pides pero si no puedo abrir la computadora, no puedo, ¿no entiendes que tiene contraseña?

(Silencio) Porque hablaban del otro lado del teléfono.

-No se porque das tantas vueltas si lo tienes servido en bandeja, mata de una vez a esa niñata y mándale su cabeza a esa zorra en una caja, para que sufra -No podía creer lo que estaba escuchando, mi madre pidiendo a mi tío que matara a alguien, y yo que pensaba que ella era una buena persona, que equivocado estaba y cuanta razón tenía Priscila. Ahora debía averiguar a quien querían matar y porque, mi madre no tiene que saber por ninguna razón que me encuentro en la otra habitación.

-Hace varios días que no veo a Darío conectarse a Internet, seguramente  ya no hablan y la verdad lo agradezco, no quiero que esa mujer le hablé mal de mí, mi hijo me tiene en un altar, además no quiero que se vaya a enamorar de ella como lo hizo Dukan, antes de que cante un gallo ella estará muerta como sus padres, pero antes quiero que sufra mucho, mataremos a su mejor amiga, a su novio, a sus abuelos, jajajajaja jajajajaja -Reía descaradamente -Aquí no encuentro nada, estoy perdiendo el tiempo iré a comprar el pasaje para encontrarme contigo​ en España, para cuando yo vaya esa tal Valeria ya tiene que estar muerta que yo quiero mi sitio en tu cama.

Alucinado no, lo siguiente, era como me encontraba después de haber escuchado semejante barbarie, por más que quisiera muchísimo a mi madre no podía permitir que le quitarán la vida a nadie, debía contarle todo a Priscila lo que mi madre y ese hombre estaban tramando antes que sea demasiado tarde. Esperé que se marchara y cogí mi móvil para llamar a Priscila, este sonaba y sonaba, pero no lo atendía, le dejé un mensaje de voz para que me llamara urgente, necesitaba hablar con ella o por lo menos que se conectará para que chatear, solo me queda esperar a que se digne a contestarme.



Mientras tanto en España.


La mirada de Priscila (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora