Capitulo 3

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-¡¡¡NOOO, POR FAVOR, NO QUIERO!!!

-¡¡HARÁS LO QUE YO TE DIGO!!

-¿POR QUÉ ME HACES ESTO? YO TE AMO.

-¡¡ENTONCES HAS LO QUE YO TE DIGO, DEMUÉSTRAMELO!! ¡¡ARRODILLATEEEE!! 

-VALE ME ARRODILLARE PERO NO ME HAGAS DAÑO.

-LEVÁNTATE INÚTIL YA TE HAS MOJADO OTRA VEZ, VE A LAVARTE Y CON AGUA FRÍA PARA QUE SE TE PASE LA TONTERÍA DE ORINARTE ENCIMA...



Eran las tres de la mañana y hacia frío, el invierno estaba a punto de llegar, yo dormía plácidamente en la habitación que era de mi madre cuando había sido joven, pero algo no iba bien, me desperté de un sobre salto asustada y empapada. 

No lo puedo creer, ha vuelto a pasar, me he orinado encima. Me levanto y mis sabanas están mojadas, mi corazón va a dos mil por hora, corro hacía el baño, efectivamente me he hecho pis, lloro sentada en el váter, lo hago en silencio no quiero que mis abuelos me escuchen llorar. Me repongo y enciendo el grifo de la ducha, me baño y a continuación retiro las sabanas húmedas, no se que hacer con ellas, las enrollo y me las llevo al cuarto de lavado, voy en silencio sin hacer ruido, meto las sabanas en la lavadora y la pongo en un programa corto, me siento en el suelo en forma de indio y me quedo contemplando como el tambor de la lavadora gira, menos mal que mi abuela tiene un aparato moderno de esos silenciosos, porque si me ve preguntara que hago allí lavando las sabanas a esa hora de la madrugada. No era la primera vez que me pasaba, solía hacerlo muy a menudo cuando estaba con Dukan, él se enfadaba mucho y me pegaba, me mandaba a ducharme con agua fría, igual que en mi sueño.

Espere que las sabanas se secaran en la secadora, ya habían pasado dos horas, ni siquiera tenía sueño, no quería dormir por miedo a que me volviera a pasar, me daba mucha vergüenza, la única persona, aparte de Dukan, que sabía que me orinaba era mi madre, ella decía que era por el estrés y porque bebía mucha agua por la noche antes de irme a la cama, por una parte tenía razón, siempre bebía mucha agua, era lo único que me cortaba el hambre y como debía estar bella por mi carrera ni comía, también tenía mucha razón con lo del estrés, solo que ella creía que era por tanto trabajo, pero no... era por lo mal que mi marido me lo hacía pasar.


Ya eran las cinco y media de la mañana, debía correr hacía mi habitación antes de que mi abuelo se despertara, era muy madrugador, como todas las personas mayores. No quería que me hiciera preguntas, ademas seguramente se lo diría a mi abuela y ella no me dejaría en paz.


Me meto en la cama después de haber dado vuelta el colchón y de poner las sabanas limpias, me tapo con ellas hasta la nariz, dejo mis ojos al descubierto para mirar al techo, no puedo más me vence el sueño y poco a poco me tranquilizo.


Mi abuela me dejo dormir hasta las doces, aleluya, después de todo no era tan toca narices como mi madre decía. Me levante y me dirigí hacía la cocina por un vaso de agua, allí estaba ella dando ordenes.


-¡Hola cariño!, ¿Qué tal? ¿cómo has dormido? -pregunto mi abuela y yo me atragante con el agua pensando que me había descubierto.

-¡Bien! ¿Por queee?

-Por nada amor solo para saber si necesitas algo.

-No gracias, no necesito nada. Si quiero algo ya lo cojo yo.

La mirada de Priscila (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora