Capitulo 33

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VALERIA


Trato de cerrar mis ojos para dormirme y olvidar todo lo sucedido, pero no puedo. Me pongo de un lado y me topo con la cara de mi secuestrador, el hombre que pensé que iba a ser el padre de mis hijos. Me da arcada y me apetece salir corriendo, pero no lo hago porque está armado y si me escapo ira a por Priscila y después de ver como mataba a Linda puedo esperarme de él cualquier cosas. Me descuido un momento y me abraza, mi corazón comienza a latir de rabia e impotencia, le aguanto e intento dormir, creo que lo consigo.


Son las siete de la mañana y siento cantar un gallo, Brayan me tenía retenida en una casa rural a las afueras de Asturias, en una palabra estábamos en el culo del mundo (muy lejos), donde el diablo perdió el poncho (Muy lejos, en un lugar al que nadie llega). 

Para mi sorpresa Brayan, aunque sabia que ese no era su nombre, no se encontraba en la cama, le agradecía a Dios no ver su cara bien abrir mis ojos, pero mi tranquilidad duro muy poco porque apareció en la habitación con una bandeja que contenía un taza de leche, un vaso de zumo recién exprimido, dos tostadas con mantequilla y una rosa de color roja. Tenía unas ganas tremendas de tirársela en la cara y quemar con leche hirviendo esa sonrisa, que me daba mucho asco.


-¡Buenos días mi princesa! te he traído el desayuno porque te veo muy débil.

-Gracias -Solo me salió decirle.

-¡Uy!, ¿quee?, ¿la princesa se despertó de mal humor? -Ni siquiera le contesté.

-¿Qué pasa amor? te he prometido que nos olvidaremos de tu amiga, tendrías que agradecérmelo que la dejo vivir -Y me callo una lágrima -¿Por qué lloras ahora?

-Es que me emociono, tu sabes que quiero mucho a Priscila y te agradezco que no le hagas daño.

-¡Clarooo!, yo no le haré daño mientras tu estés a mi lado, por eso hoy vamos de peluquería.

-¿Cómo de peluquería?, ¿Iremos al pueblo? -Mi cara se cambio pensando que allí alguién pueda ayudarme, por lo pronto le seguiré la corriente.

-No amor, ¿para qué?, ya te cortaré yo el pelo.

-No por favor mi pelo no, es lo que más le gusta a mi padre, nunca me lo he cortado, solo las puntas y siempre me lo he cuidado mucho para poder tener esta melena.

-El pelo ya crecerá, no te preocupes, tu te veras muy guapa con el pelo corto.

-No por favor, el pelo no.

-¿Y cómo crees que vas a salir del país? tengo que cortártelo y teñírtelo de rubio pato.

-Si quieres me lo tiño del color que quieras, pero no me lo cortes, siempre me lo he dejado así por mi padre.

-¡¡Ayyy, con tu padre!! ¡ya no eres una niña pequeña!, tu padre tiene que darse cuenta que ya eres una adulta.

-¡¡No por favor!! -Le suplique llorando.

-No hagas que me enfade, ¡¡VEN AQUII YAAA!! -Y me cogió del brazo y me llevo a las rastras hasta una silla. Cada mechón de pelo que me cortaba era como si me arrancara un trozo de mi piel, me dolía tanto que lo hiciera y más de la forma tan brusca que lo hacia, pensaba en mi padre cuando de pequeña, y no tan pequeña, me cepillaba el cabello y me decía que las niñas con pelo largo son más hermosas y yo le contestaba que nunca me lo cortaría para que él me vea siempre muy guapa y, terminaba diciéndome que yo era su princesa.

La mirada de Priscila (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora