Cameron
Era casi medio día y los tenues rayos del sol hacían lucir su cabello más rojizo de lo que por sí ya era. Traía un vestido floreado bastante gracioso para mi gusto, le llegaba a la mitad de los muslos y eso para mí ya era bastante tentador. Como ver a una musulmana enseñando el tobillo, así de tentador era y sí que pecaría con ella.
—Lindas piernas —le di una pequeña nalgadita.
—Ostras, Cam —rió levemente sonrojada.
—Joder —reí— Dijiste ostras.
—Te amo —sonrió.
—Te amo más —comencé a hacerle cosquillas.
Ella inmediatamente pataleó. —Noooo, Cam.
—Siiii —le hice trompetilla en el cuello.
—Ya, Cam, por favor —logró decir entre risas.
La solté con cuidado y me separé. —Salvada —reí.
—Eres un sueño hecho realidad —me miró tiernamente.
—Eres mi sueño.
—¿Sabes que me haría feliz?
—¿Qué, amor? —acaricié levemente su mejilla, tenía la piel tan suave como la misma porcelana.
—Que me enseñes a hacer las galletas como tú las haces...
—Claro que sí, ¿De qué sabor quieres saber?
—Tu favorito —sonrió.
—Hecho —besé su mano y la lleve hasta la pequeña barra de la cocina, puso sus pequeños brazos alrededor de mi cintura y eso se sintió malditamente increíble, si pudiera hacer algo para que no me soltara nunca, lo haría.
—Primero, la masa, tienes que amasarla bien, cariño.
Fui a las gavetas de la cocina y saqué todo lo necesario para hacer las galletas, junto con lo que las decoraríamos. Malas cosas que un musulmán no pensaría comenzaron a divagara por mi cabeza, ella asintió. —Vale.
Comencé a preparar la masa, mezclando los ingredientes y llenado de harina la barra para que la masa no se pegara. —Debes revolver todo bien...
Me abrazó nuevamente por atrás recorriendo lentamente mis brazos hasta llegar a mis manos, comenzó a amasar junto conmigo, ese simple acto hizo que cada parte de mi cuerpo se tensara. —Todo bien...
Sonreí levemente. —Tiene que quedar muy suave.
—¿Cómo tú? —besó mi hombro.
—Diría que como tú —di un pequeño beso en su mejilla— Ahora debemos hacer bolitas y ponerle chocolate en medio.
—¿Así? —tomó un poco de masa, hizo una pequeña bolita y le puso en el medio una buena porción de chocolate.
—Justo así —sonreí.
—Se ve rico, y eso que aún no está hecho.
—A mí me gusta comer la masa cruda —reí y la besé tiernamente, beso que ella no tardó en corresponder.
Se separó levemente sonriendo. -—¿Ahora?
Comencé a engrasar el molde sin dejar de mirarla. —Acomódalas y las meto al horno.
Fue directamente hacia mí y acomodó todas y cada una de las bolitas de masa, tomé la charola y la metí al horno, ya estaba precalentado así que solo debíamos esperar unos treinta minutos.
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Little time to LOVE
Teen FictionAbril Collins es una brillante y romántica estudiante del primer año de medicina, tiene la vida perfecta, un gran futuro por delante, amigos fieles, y un primer amor perfecto o es al menos lo que cree hasta que conoce a Cameron Masterson y empieza a...