6 de Mayo de 2012.

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6 de Mayo de 2012.

Vysenya


Me sentía feliz por Eira. Es decir, hacía algunas semanas había vencido su miedo y se había presentado en el concurso, y parecía ser que le había ido bastante bien y que su comic había sido uno de los trabajos más creativos. Ya sabía yo que leer tantos comics iba a servir para algo.

Además, todavía seguía emocionada con lo de que mis padres trabajaban en S.H.I.E.L.D. y técnicamente habían ayudado a los Vengadores a vencer al ejército de Loki. Sí, la emoción me duraba dos meses, pero soy así. Lo que me pasaba por la cabeza cuando pensaba en su trabajo era que en algún momento iba a poder conocer a Iron Man o al Capitán América, y eso me iba a emocionar aunque pasaran dos años.

Las cosas estaban un poco extrañas en casa. Mamá y papá volvían cada vez más temprano, y era raro no ver a Eira preparando la cena. Además, normalmente venían a la tarde con algún compañero de trabajo y se quedaban horas y horas consultando sus papeles. A veces, cuando Eira y yo íbamos a la cocina a por algo de beber o de comer, pensaba que los compañeros de nuestros padres se nos quedaban mirando todo el tiempo, lo cual me parecía sumamente extraño y me resultaba incómodo, pero supuse que todos los científicos eran así, raritos.

Aquella mañana me levanté más animada y más rápido que de costumbre. Hoy había algo importante en la escuela, algo en lo que realmente quería participar, así que prácticamente iba saltando por mi casa mientras mis hermanos terminaban de prepararse.

Luego hicimos lo usual. Mis padres se marcharon a trabajar y nosotros nos fuimos caminando a la escuela. Dejamos a Alex en la escuela primaria luego de encontrarnos con Alis y Demian, que miraba con ojos brillantes a Eira, y después de que los niños entraran en la escuela nosotras nos fuimos por nuestro lado. Iban hablando de bastantes cosas, mientras yo no podía dejar de sonreír de lo emocionada que estaba. Eira pareció notarlo, ya que me sonrió y me puso una mano en el brazo, intentando calmarme.

―¿Tienes todo para hoy?

―Creo que sí ―respondí―, espero no haberme olvidado nada con las prisas.

Me puse a revisar mi mochila mientras Alis se reía.

―Seguramente no has traído nada para las clases de hoy por traerte todo el equipo, ¿verdad?

―Me he traído lo justo y necesario ―espeté mientras cerraba el cierre de la mochila y volvía a colgármela al hombro.

―Lo cual quiere decir que se ha traído solo la cartuchera y tendremos que prestarle hojas toda la mañana ―comentó Eira antes de que ella y Alis se echaran a reír.

Yo me crucé de brazos y las tres entramos en la escuela.

―No es mi culpa por estar tan emocionada. Lo hacen una vez cada cinco meses, y la verdad es una de las pocas cosas en las que participo.

―Por suerte dan permisos para que vaya a verte ―comentó Eira―. Me sentaré en las gradas, en primera fila, y te animaré desde ahí. ―Miró a Alis un momento―. ¿Tú participas?

―Por supuesto ―respondió mi amiga―. ¿Por qué no participaría en una carrera de escalada si es algo que me encanta?

Y ese era el gran evento por el cual me encontraba saltando y sonriendo como el gato de Cheshire. Este evento era uno de los grandes que organizaba la escuela. Ponían una pared con rocas para usar de soporte en la pared más alta del gimnasio, así como unos cuantos obstáculos más antes de llegar a ella. Nunca había podido participar en las veces anteriores, a pesar de que mi habilidad de escalada era muy buena. Siempre decían que era a partir de trece años, y que los menores solo podían ingresar al gimnasio para ver. Por suerte, ahora podía participar, y mis habilidades para escalar árboles iban a servir para algo. Alis, que siempre me acompañaba en esas aventuras, iba a participar conmigo. Esperaba divertirme mucho ese día, y ganar aunque fuera una medalla de segundo lugar.

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