25 de septiembre de 2013.

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25 de septiembre de 2013.

Eira

El mismo día en que acabé con Danýl y con Asher la cólera había sido uno de los tantos sentimientos que había experimentado, pero el alivio fue lo último que conocí.

Llegué caminando hasta mi habitación, perdida en un trance entre la Eira que era y la que había dejado de ser.

Cerré la puerta con fuerza para que todos supieran que ya estaba de vuelta y levantando la mirada comencé a inspeccionar todo a mí alrededor como si mi mente buscara algo. "A él"

Miraba el suelo, las esquinas en donde nos pasábamos el tiempo acurrucados hablando, riendo y aislándonos de toda la basura que nos esperaba siempre al día siguiente. No lo soporté más, estaba irritada y me odiaba, odiaba todo y exploté de ira; tanto fue mi enojo que levante el maldito catre en donde dormía y lo tiré contra la pared. Me sobrecalenté y de mis manos la energía se disparó para todos lados rompiendo todo a mi alrededor. Mi habitación se quedó envuelta en cenizas, cuando estas decantaron en el suelo lo único que quedó intacto fue aquel cimiento que llevaba mi nombre y el de Asher juntos. Me encantaría decirles que mi labio se curvo mínimamente hacia arriba cuando mis ojos vieron la pared frente a la que antes era mi cama. Pero fue todo lo contario, me enojé, la desesperación y turbulentas emociones de odio me llenaron el cuerpo. No me quedaba ninguna maldita foto de él, nada, solo su rostro en mi mente y la culpa, la última que podría sentir mi conciencia.

Grité y llevando mi mano derecha hacia atrás como simulara ser un látigo lancé mi energía hacia delante destruyendo lo que antes Asher había escrito para mí.

Cada vez que veas esto recodarás que no estás sola―fue lo que Asher me dijo al escribir nuestros nombres juntos. Pero nadie pensó que eso podría ocurrir.

La pared se destruyó, el polvo se adueñó de todo y yo me quedé tiesa esperando a que todos en Hydra se dieran cuenta de mi gran descontrol.

Caí de rodillas, no había más nada que destruir, para colmo la vida seguía, y yo también.

Con el pasar de los días me di cuenta que había vuelto a ver a mi hermana, pero lo que creí que me haría feliz ahora no lo hacía. Me preocupaba cada vez más, el no haberle dado un abrazo era una manera de alejarla lo suficiente como para prevenir cualquier cosa que, sabía, podía lamentar por el resto de mi vida.

Me levanté y me vestí como siempre, pero esta vez en una nueva habitación. Me fui hasta el campo para encontrarme con Elijah y así poder entrenar.Me sorprendí cuando vi a mi instructor, no estaba solo, sino que Vysenya y su entrenador me esperaban.

―¿Qué hace aquí mi hermana?―dije automáticamente al llegar junto a ellos. Noté que mi hermana amagó para tocarme la mano pero yo me hice a un lado

­―Entrenarán a partir de ahora juntas, debido a la misión―me respondió Elijah sin titubeo.

―No, sabes que no puedo...

―Lamento lo que sucedió con Asher pero eres más de lo que tú crees―fue la respuesta de Elijah para incentivamente, pero logró todo lo contrario.

Por lo bajo la escuche susurrar a mi hermana el nombre de mi amigo como si la curiosidad le picara de pronto.

―Soy un monstruo Elijah, no lo niegues y acéptalo de una maldita vez.

―Por favor Eira...―dijo Vysenya tocándome el hombro con su mano.

Me tensé cuando su mano me tocó. No soportaba que lo hiciera, no soportaba aquella idea, no podía.

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