Capítulo 41

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En vez de que Peter entrase por la puerta, uno de los gorilas que vivían aquí entró gritando y blasfemando. Genial, van a matarme.

- ¡¿Qué rayos estás haciendo?! .-me gritó. Se acercó furioso.- ¿Piensas que él vendrá a rescatarte, princesa? .-se agachó a mi altura.- Vendrá en su corcel blanco y uno a uno nos hará retroceder para luego llevarte en sus brazos hacia la libertad, ¿cierto?.- preguntó burlándose.- Pues, ¿adivina qué? .-bajó la voz.- Él estaba enterado de todo esto desde que se planeó.

- No.- susurré.- No es cierto.

- Oh si, si que lo es. Hasta le preguntamos si estaba de acuerdo, y siendo sincero no se negó.

Mis ojos volvieron a humedecerse. Comencé a sudar del miedo de nunca poder salir de aquí.

- ¿Por qué no me matan de una maldita vez?.- dije con la mandíbula tensada.- ¿Qué ganan teniéndome aquí? Si dicen que solo soy una molestia.

- No tienes ni la menor idea .-soltó una carcajada que me hizo estremecer.

Un gran disturbio volvió a sentirse en la sala principal. El sujeto se puso alerta y se levantó para luego abandonar la habitación.

Mis lágrimas no tardaron en resbalar por mis mejillas. Si sigo llorando así de seguido voy a quedar deshidratada. Un destello me incomodó la vista. La Luz que llegaba por la pequeña ventana iluminó algo de metal en el suelo.

Llaves.

Se le habían caído las llaves al sujeto que había venido hace unos momentos. Estire mi cuerpo lo máximo que pude para alcanzarlas. Tomarlas entre mis manos fue una bocada de aire fresco. Mis manos temblaban por el nerviosismo, lo cual me dificultaba poner la llave en la cadena para liberarme.

- Vamos, entra ya.- susurré para mí misma.

Respiré hondo y metí la llave en el orificio, le di la vuelta y la cadena se abrió. Puse las llaves en mi bolsillo y traté de pararme. Por hacerlo rápido, casi me caigo ya que mi tobillo estaba demasiado lastimado. Tomé aire y me acerqué a la puerta cojeando ligeramente. Mi respiración estaba acelerada por los nervios que me inundaban. Abrí la puerta y asome mi cabeza al pasillo, estaba despejando, pero podía escuchar voces provenientes de la sala. De un momento a otro un altavoz proveniente de fuera de la casa se comenzó a escuchar.

- Ríndanse, los tenemos rodeados, entreguen a la rehén sana y salva.- la policía. Sonreí por inercia.

¿Ahora qué hago?

- Trae a la chica esa, no dejaremos que nos atrapen.- escuché decir a alguien desde la sala.

Rápidamente comencé a correr al lado contrario del pasillo, dejando de lado el dolor de mi tobillo. Llegué a una cocina, me fui directamente hacia la puerta que daba al patio trasero, jalé el picaporte pero estaba fuertemente trancado.

- Okay, okay.- me decía a mi misma, escaneando el panorama para ver un lugar para esconderme.

- ¡Ya no está! ¡La zorra se escapó! .-avisó uno de los hombres, haciéndome temblar.

- ¡Búsquenla! .-gritaron desde la sala.

Sin tiempo para seguir pensando, me dirigí hacia un cuarto pequeño y oscuro que había en la esquina de La Cocina. Era un tipo de almacén de comida. Cerré la puerta despacio y me apoyé en la pared. Estaba sedienta, hambrienta y cansada, pero nada importaría si lograba salir de aquí.

- Juro que escuché un ruido proveniente de aquí.- dijo uno de aquellos hombres.

Me acerqué y por una de las aberturas de la puerta asomé la mirada. Volcaron la mesa y de un tirón abrieron la puerta trasera. Mis nervios aumentaban con cada golpe que daban. Uno de aquellos hombres volcó hacia donde yo estaba e instantáneamente me aleje de la puerta, rogando que no me haya visto. Se acercó cautelosamente hacia la puerta. Soy mujer muerta. Cerré los ojos aceptando el destino, inmediatamente después de ese acto de escuchó un disparo.

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