Don't Be Afraid

Capítulo 48: ¿Te quieres casar conmigo?

Eres el sol que me mantiene rotando
Eres el aire que continúo respirando
Eres felicidad que completa mi alma
Eres la complejidad que llenó el vacío

Hoy es el día, el día en el que le pediré la mano a la mujer más importante de mi vida, a la persona que más amo en este mundo. Este nerviosismo que nunca antes sentí se combina con felicidad, porque al fin haré lo que he querido hacer por meses.

A las 21 horas vamos a ir a comer a la casa de Francisco, vamos a ser unos cuantos en la cena de Navidad. Me pareció mejor proponerle matrimonio en casa, y para no tener que quedarnos hasta tan tarde en casa de Francisco, le he dicho a Elisa que le tengo una sorpresa para cuando volvamos.

Luego de una cena espectacular, ya era hora de repartir los regalos. Al ser nosotros la pareja, obviamente no faltaron los regalos de nuestros amigos para nosotras dos juntas. Varios en la cena sabían lo que pasaría cuando llegáramos a casa, y quizás por eso recibimos este año más regalos que eran para nosotras dos como pareja. Francisco nos regaló un set de tazas de Navidad junto con dos remeras que decían "I love her", con motivo de Navidad.
Emilia, por ejemplo, nos regaló una tarjeta de 200 dólares para gastar en un local de muebles y equipamiento para la casa, ya que sabe que nos encanta comprar cosas para decorarla.

A la una de la madrugada ya estábamos de regreso en casa, por suerte, ninguna de las dos estaba cansadas porque habíamos podido dormir muy bien ese día.

Cuando llegamos, dejamos todas las cosas en el living y nos dirigimos al cuarto, Elisa estaba preparada para quitarse la ropa cuando le dije que yo lo haría. Mientras le quito su blusa, siento su suave piel. Luego de que ya le he quitado la blusa, comienzo a hacerle masajes, a lo que ella responde con suaves y lentos movimientos.

-Sabes que te amo como a nadie en este mundo, ¿verdad? –le pregunto mientras masajeo sus hombros.

-Si, y yo a ti, te amo como a nadie en este mundo –contesta, para luego darse media vuelta para que le de un beso.

Mientras la sigo masajeando tomo la pequeña cajita aterciopelada de la mesa de luz, la cual había metido allí antes de irnos a la casa de Francisco. Rápidamente la meto en mi bolsillo sin que ella se de cuenta. De pronto la dejo de masajear , y la abrazo por la espalda, rodeándola con mis brazos desde la espalda hasta su precioso vientre y cintura. Recuesto mi mentón sobre su hombro, Elisa me toma delicadamente el rostro con su mano derecha, y comienza a darse vuelta para besarme.

Cuando finalmente estamos una en frente de la otra besándonos, tomo una de sus manos y me bajo de la cama sin dejar de mirarla a los ojos. Me pongo de cuclillas y saco por fin la cajita con los anillos. Lenta y delicadamente abro la caja. No se como es que me veo en este momento, pero internamente estoy gritando de nervios. Al alzar la mirada veo finalmente la cara de Elisa, se ha llevado las manos a la boca y está comenzando a llorar. Por tan solo unos segundos me la quedo mirando y lo único que podemos escuchar es nuestra respiración agitada, el ambiente está cargado de emociones, de felicidad y de amor.

-Elisa, ¿te quieres casar conmigo? –le pregunto sin más.

-Claro que sí, ¡sí, quiero casarme contigo! –responde entusiasmada. Luego se acerca para besarme.
Al cabo de besarnos le tomo su mano y le coloco el anillo, seguidamente ella hace lo mismo conmigo.

-Te amo, te amo mucho, espero que nunca te canses de escucharlo —le digo abrazándola.

-Nunca me cansaré, te lo prometo. Te amo mucho, inmensurablemente.

Lo que restaba de la noche la pasamos acariciándonos y dándonos cariño hasta que nos quedamos dormidas. No puedo creer que ahora no solo duerma con Elisa, sino que también junto a mi esposa.