Capítulo 46: Un giro inesperado

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Si la amas, nada será tan fuerte como para separarlas.

Cuando atiendo el móvil Elisa no dice nada, por lo tanto decido decir yo primero "Hola".

-¿Sabes que te amo? –dice Elisa finalmente luego de haber tardado unos segundos para contestar, los cuales parecieron años. Su tono de voz es muy bajo y su voz es ronca, lo que dejaba notar que había estado llorando.

-Sí, lo sé, yo también te amo, demasiado...–luego de decirle eso, espero a que ella diga algo pero solo logro escuchar su respiración agitada.

-Perdón –logra susurrar Elisa, y cuando ella pronuncia eso, un sentimiento de malestar se apodera de mi.

-¿Porqué me estás pidiendo perdón exactamente? –fue lo primero que se me ocurre decir, quizás porque quiero escuchar que esté arrepentida de haber dicho que no debería haber confiado en mí, porque quiero escuchar como se disculpa por cada una de las cosas que dijo que me han herido.

-Perdón por todo –dice por último, con el mismo tono de voz que antes, y finalmente corta.

No pude evitar ponerme a llorar, mis lágrimas caían por mis mejillas automáticamente, solo soy yo, mis pensamientos y mis lágrimas. Nada se escucha, no sollozo, no emito ruido.
La llamada que solo sirvió para intercambiar un par de palabras, ha sido suficiente como para dejarme un horrible sentimiento, o mejor dicho un mal presentimiento. ¿Para que me ha llamado Elisa? ¿Solo para decirme "perdón por todo"? No tiene sentido. Algo tiene que estar mal con ella, ella nunca reacciona así, nosotros siempre conversamos, solucionamos los problemas hablándolos.

Y como sigo lo que mi corazón me indica, me levanto de la cama, cojo una chaqueta, las llaves de nuestra casa, mi celular y mi billetera y me voy de la casa de Francisco. Cuando estoy fuera del edificio llamo a un taxi, en menos de cinco minutos ya estaba en la puerta. Le indico a donde me dirijo, y seguidamente me pongo los auriculares. Luego de algunas canciones ya estoy en la puerta de nuestro edificio.

Cuando abro la puerta de nuestro apartamento, todo está oscuro. El silencio junto con la oscuridad le dan un aspecto sombrío, como si nada tuviese vida en este lugar.

Con pasos sigilosos me dirijo a nuestro cuarto, ya que me imaginé que Elisa estaría durmiendo, pero para mi sorpresa, ella no se encontraba allí, la cama no estaba tendida, estaba bastante desecha. El mal presentimiento sigue estando, pero de alguna forma no se que es lo que podría ser, o quizás simplemente no quiero preocuparme de más.

Lentamente me dirijo al baño, la luz parece estar prendida, por tanto tuve el impulso de ir a revisar. De a poco abro la puerta del baño. Aún no había terminado de abrir la puerta, cuando veo sangre en en piso, en ese momento termino de abrir la puerta con un golpe.

Elisa está en la bañera, aún con ropa interior y una remera azul. La bañera está casi llena, pero aún no a punto de desbordarse, el agua se ve rosada y uno de sus brazos está fuera de la bañera, de él siguen aún cayendo gotas, las cuales forman un charco de sangre sobre el piso del baño.

-¡Elisa! –grito tratando de conseguir una respuesta, atención o lo que sea.
Sin más me meto en la bañera con ella, mi corazón late tan fuerte y rápido como nunca antes había latido. Cuando tomo su cara con mis dos manos, Elisa entreabre los ojos. Mis manos tiemblan tanto que apenas puedo mantenerlas sobre su suave piel.

-¡Elisa! ¿Me escuchas? –grito una vez más, aunque no necesariamente fuerte, porque simplemente no puedo gritar, mi voz tiembla, en verdad, apenas puedo hablar.

Elisa asiente con la cabeza, y en ese momento la beso, pero esta vez ha sido la primera vez que la he besado de este modo, es un beso lleno de dolor, es un beso lleno de miedo.

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