CAPITULO 18

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El recibidor estaba a obscuras eran las 8 de la noche, la chaqueta de su traje descansaba en uno de los brazos del sofá en el que estaba acostado, una vez que cruzo la puerta la había abandonado ahí de forma descuidada, se abrió la camisa doblándose las mangas dejando su pecho al descubierto.

Su brazo reposaba detrás de su cabeza a modo de almohada, estaba a punto de quedarse dormido a pesar de que se resistía; estiro su mano derecha hasta la mesa ubicada en el centro alcanzando un vaso con whisky, le raspo en la garganta, pero aun así no pudo combatir el sueño y en realidad sabia que beber solo lo dormiría aun mas.

Su cuerpo poco a poco comenzó a perderse en el vacio de la inconsciencia, se estremeció, sabía que estaba soñando porque siempre era lo mismo cada noche, era por eso que no dormía mucho, curioso, cuando estaba Sasuke junto a el podía dormir sin ningún problema, tal vez el tenia la capacidad de expirar sus pecados.

Conocía esa calle, también el auto y la bella casa al más elegante estilo japonés que se erguía en sus 2 plantas, pero lo que más conocía y amaba era la sensación caliente de su mano fuertemente agarrada a la suya, pequeña de piel suave, su olor a jazmín, siempre le había encantado su perfume.

Caminaba junto a ella hasta el Mercedez Benz, sabia exactamente lo que haría antes de abrirle la puerta ¿Qué como lo sabía? Porque tenía casi 20 años soñando lo mismo desde entonces.

Sabía que su mirada se enfocaría en sus ojos claros como agua cristalina, su vientre abultado se frotaría encima de su cadera, su cabello negro y largo hasta sus frágiles caderas se movería al compas de la suave briza del viento.

Ella lo tomaría de las mejillas para acercarlo hasta su rostro, sus suaves labios rojos lo besarían con tanto amor y el recibiría ese beso con anhelo, porque siempre había estado enamorado de ella, y el hecho de que llevara a su hijo en su cuerpo la convertía en la mujer que mas adoraba en el mundo.

3 meses llenos de felicidad, 3 meses en los que se había esmerado cuidándola y creando un patrimonio para ellos, para su bebe, porque aun eran jóvenes el tenia 20 años y ella 18.

Pero desde el primer momento en que su mirada se había cruzado con la de ella había sentido un chispazo de emoción en su cabeza que nunca había tratado de explicar, sencillamente no había palabras que describieran lo que sentía por ella, tan solo había seguido a su conciencia y ahora estaban donde estaban.

Las cosas eran difíciles, los padres de ella no estaban de acuerdo en su relación no solo porque eran jóvenes, sabía que su padre tenía negocios ilícitos que los ponían en peligro a ambos, y la familia de él era muy importante para correr el riesgo de que su hijo se enredara con la hija de un mafioso.

Sin embargo, Kushina y Minato lo apoyaron, le educaron y aconsejaron, nunca los dejaron solos, pero el peso del peligro que corrían estaba sobre sus hombros tan pesado como el acero. Sus abuelos nunca lo abandonaron siempre los recibían con los brazos abiertos.

Recordaba perfectamente que había pasado después de ese día, después de que se besaran por última vez, ambos tenían el presentimiento de que algo malo ocurriría. Ella le había dicho algo que le había erizado la piel, su mirada está llena de una tristeza tan profunda que el pecho le había punzado.

-Te amo- Le había dicho con los ojos acuosos.

-Yo también- le dijo sintiendo un extraño cosquilleo en las entrañas, algo no estaba bien.

-Estoy orgullosa de estar contigo y de nuestro bebe...- La silencio besándola suavemente, apenas acariciándola con sus labios.

-Estaremos bien.

SEDUCCIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora