" El lento para la ira tiene gran prudencia, pero el que es irascible ensalza la necedad."
Proverbios 14.29
Diana
Por la mañana me despierto y tengo la sensación de que me falta algo. Fernando me hizo el amor la noche anterior. Tal vez hacer el amor no sea la descripción correcta a lo que hicimos. Mantuvimos relaciones sexuales casi la mitad de la noche, haciendo todo lo que a él le complacía. Se había comprado ese estúpido libro llamado Kamasutra solo para poder ponerle más emoción a nuestra intimidad en casa. Fue agradable sentirse deseada y amada, ser el motivo de excitación de un hombre y más de tu novio. Pero noto que algo no va bien después de todo lo ocurrido, e intento darme cuenta cuál es la espina que no deja de picarme la mente y el corazón... y entonces recuerdo. Mi mejor amiga me ha dejado sola. Ahora no tengo con quien quejarme de las pendejadas de mi novio ni con quien ir a llorar cuando me salga con sus estupideces. Fue una tontería de mi parte ponerme de su lado, ahora Aurora en definitiva estaba decidida a dejarme en paz. Ahora todo recae sobre mí. Ahora estoy sola.
Salí de la cama, me duche, me vestí y bajé a por mi bolso. Revolví dentro de ella en busca de mis llaves, en busca de mi celular también a toda prisa y silenciosamente. Me quedé mirando la pantalla de mi celular. Una foto de Aurora con Nazaret abrazados, sonriendo y tomados de la mano hizo que se me revolviera el estómago. Yo quería eso para mí pero ¿cómo? Ojalá Fernando fuera la mitad de lo que es Nazaret. Ahora que recuerdo, era yo la que lo rechazaba en todas las salidas y siempre le hacía burla por sus creencias y su forma de ser. A pesar de todo y en el fondo, siempre he pensado que Nazaret da a la talla para una verdadera dama y esa dama no era yo. La mirada de Nazaret en la foto lo decía todo. Al final, aparté la vista y bloquee el teléfono metiendolo de nuevo al bolso.
Garabatee una nota a Fernando, metí mis cosas al coche y salí hecha un rayo sin dejar de mirar por el retrovisor la casa de mi novio. Hice caso omiso de las llamadas de mi madre y de las notificaciones de mensajes de Fernando. A primera hora de la tarde ya estaba en casa y mamá gritaba sin parar sus frustraciones y quejas porque su hija era una don nadie cualquiera que se la pasaba durmiendo en casa de su novio. Por ahora solo deseaba desaparecer de la faz de la tierra. Nada estaba resultando como yo esperaba y quizá el día de mañana sea demasiado tarde. Tengo un novio sexy, unos amigos muy monos, las mejores notas en la escuela, voy a todas las fiestas y los mejores antros, disfruto de mi juventud, del sexo, de la diversión, de la popularidad, pero falta algo... y tengo curiosidad de saber que es.
Me senté sobre mi cama cuando cerré la puerta con seguro antes de que mamá empezara a sermonearme. Mi mirada la fije en las afueras de mi ventana, y donde se encontraban las ramas de un árbol frondoso y verde. Los pájaros, las nubes, las hojas del árbol, era una torrente distracción necesaria de todo lo que me estaba carcomiendo en la mente. Los miedo que se alojaban en lo más profundo de mi consciencia y ahora estaban tomando forma física, estaba siendo lo que más miedo me daba desde pequeña. Desde aquella vez que fui violada.
Una ráfaga de dolor se adentro y solté el sollozo más fuerte y profundo que jamás había hecho. Estaba hundiéndome en esta vida de mierda y solo le hacía creer a la gente que todo estaba bien, cuando realmente no era así. Los pasos de mamá se oían a lo lejos y unas llaves. Sequé mis mejillas lo más pronto posible y respire hondo.
- Diana, ¿me vas a decir qué esta pasando? - mi madre decía exaltada parándose frente a mí cruzada de brazos
- Déjame sola - dije casi en un susurro
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Perdonar merece la pena [TRILOGÍA #2]
EspiritualUna vida que ha quedado destruida, una identidad que ha sido robada y una fe que ha sido matada. En Aurora ya no quedan mas fuerzas ni esperanzas para vivir... por lo que ella tendrá que descubrir el propósito en su vida y permitir que quien mas la...