Ella me recuerda a él.

Cap XXXI

Casi a mediados de diciembre el frío azotaba las calles moscovitas, aún no amanecía y unas pequeñas grajeas de nieve caían adornando el paisaje como en las últimas semanas, sin embargo, en la habitación del apartamento de la morena, el frío no se sentía, ambas estaban recostadas en ropa interior cubiertas por la sábana y unas mantas, siendo esta vez la pelirroja quien despierta primero, inclusive antes de que suene la alarma; llevaba ya unos minutos despierta sin siquiera abrir los ojos, disfrutando ese nuevo despertar, sintiendo el calor piel con piel de su morena, el aroma que desprende su cuerpo, los latidos acompasados de su corazón; hacía ya casi una semana que las nauseas no la obligaban a salir de un salto de la cama, por lo que se permitía disfrutar esos momentos de los que estuvo privada por más de dos meses, su cuerpo ya no estaba tan cansado, quien si lo estaba era la morena que muy a menudo tenía que levantarse en medio de la madrugada para complacer sus antojos, algunos tan simples como un vaso de leche chocolatada, otros un poco menos agradables para Yulia como la pizza con anchoas acompañada de una taza de té de canela o el yogur de frutilla con palomitas acarameladas, la morena no podía creer que Lena en verdad disfrutara esas cosas, pero no se negaba a nada, sobretodo cuando la veía comer con tantas ganas luego de haber padecido los primeros malestares del embarazo, aún así, de tanto en tanto la notaba asqueada por los antojos que tenía, eso a veces generaba peleas debido a los cambios de humor que Lena tenía.. en verdad a veces no sabía como la aguantaba, sentía temor a que se cansara de ella y eso la llevaba a llorar desconsoladamente, Yulia echaba la culpa a las hormonas de la pelirroja y se armaba de paciencia, una que ni siquiera ella sabía que tenía; en la madrugada tuvieron una guerra de cojines cuando Yulia despertó al no sentir el calor del cuerpo de Lena, quien estaba en la cocina disfrutando de un trozo de pastel que Daniel le llevó en una de sus visitas, que claro se dió cuando Yulia no estaba en el apartamento ya que prácticamente no se dirigían la palabra, solo en lo referente a lo laboral y la mayoría de las veces a través de mensajes de texto; ambos lo estaban pasando mal con esa pelea, la pelirroja intentó interceder, pero ambos le pidieron que se mantuviera al margen y muy a su pesar lo respetaba, esperaba que esa noche hubiera un acercamiento entre ellos ya que después de un mes, Daniel accedió a ir al apartamento sabiendo que Yulia estaría allí.

Solo quería verla feliz, sin que se desconectara tanto de la realidad como en el último tiempo.. aún así, con sus problemas, no la descuidaba nunca, aunque Vladimir ya no iba a buscarla al jardín, la morena la llevaba y la pasaba a buscar sin importarle tener que abandonar su puesto de trabajo por algunos minutos, realmente era afortunada de tenerla a su lado, cuanto la amaba, cuanto había cambiado su vida en los últimos meses, sintiendo que todo era posible justamente por ella; una sonrisa traviesa se dibuja en sus labios al abrir los ojos y estirarse un poco para ver la hora, apenas iban a dar las 6:00, por lo que apaga la alarma, decidiendo que esa mañana, ella la despertaría, aunque faltaba media hora para el habitual despertar de la morena, no creía que se molestara y sentía la irrefrenable necesidad de besar sus labios, solo le lleva una fracción de segundo acomodarse encima de su cuerpo para esconder el rostro en el cuello de la morena comenzando a repartir pequeños y suaves besos por la extensión de su piel notando que la morena se remueve levemente, pero sin dar indicios de haber despertado, una de sus manos se posa en la cadera de su novia dejando suaves caricias mientras continúa besando su cuello atreviéndose a dejar que su lengua se una a la labor, deslizándola de forma lenta por su piel en medio de húmedos besos.

Y: "No otra vez." Se queja la morena con voz ronca y un tanto infantil.

L: "¿No?" Indaga acercándose a su oído para luego atrapar su lóbulo entre los labios y succionarlo suavemente dejando que su mano se pierda en el muslo de la morena.

Y: "Ya comiste pastel." Murmura mientras que de forma casi instintiva gira un poco la cabeza permitiendo que Lena se apodere de su lóbulo, sintiendo un ligero cosquilleo.