Con la salida de la mujer del servicio, solo quedaron en el mismo Klara, Yulia y Lena, la rubia, a pesar de no querer resultar un estorbo entre las pelirroja y la morena, no podía quitarles la mirada de encima; si debía ser sincera, no sabía si Lena era merecedora de Yulia, si tuviera que hablar por la última semana, no dudaría en afirmar que Lena no merecía a Yulia, pero, ¿podía todo resumirse a una semana? No que tuviera la mirada más objetiva del mundo, pero era cierto que no era del agrado de Lena, la pelirroja nunca pretendió al menos en ese aspecto algo que no era, y en más de una ocasión, propició que visitara a Yulia al apartamento, lo que significaba, que dejó de lado el propio sentir para que la morena se sintiera a gusto con su gente, eso si, siempre marcando muy bien su territorio y aunque el lado que más conocía o tenía presente de la pelirroja era el que hacía alusión al desagrado que sentía por ella, también había visto más de una vez como cuidaba a la morena, como estaba al pendiente de ella, el amor con que la miraba.. y Yulia, esa morena con inmensos muros en torno a si misma, la que nunca hasta Lena tuvo una relación seria, se desvivía por ella, había depositado su corazón en manos de esa pelirroja, y hasta hace una semana atrás, era feliz.. ahora, solo era una sombra que se mantenía con vida porque respiraba y continuaba en movimiento casi por inercia; aunque en ese preciso instante, estaban estáticas, casi como un par de desconocidas que no se atrevían a romper el silencio, silencio de palabras que era tan inmenso que propiciaba a que las respiraciones de ambas retumbaran dentro de las cuatro paredes blancas del servicio de la clínica, silencio que a Klara comenzaba a desesperarle porque no tenían todo el tiempo del mundo y estaban desperdiciando valiosos segundos.
Aquello no era más un espejismo, como si fuera el reflejo que fundía el tiempo pasado con el presente a través de un espejo empañado, porque esas mujeres, en cualquier momento de los últimos meses, luego de una semana de no verse, estarían fundiéndose en un beso que no se podría precisar como sería, apasionado, rudo, suave, tierno; las posibilidades eran ilimitadas, tal vez sus cuerpos se fundieran en un abrazo o las manos de ambas tomaran el control para dejar un manto de caricias sobre el cuerpo ajeno, y ahora, solo se esforzaban en sostenerse las miradas cargadas de culpas y sentimientos encontrados que parecían chocar como las olas del océano en plena tempestad.
Las manos de Yulia se habían cerrado en dos puños, solo para evitar que el anhelo de sentir, de acariciar el vientre de la pelirroja no la llevara a invadir su espacio personal, uno del que se sentía totalmente excluida.
Lena por su parte sentía que el oxigeno no era suficiente, su respiración pesada chocaba contra el rostro de la ojiazul que al igual ella, parecía no saber que decir y después de mucho tiempo, se sintió como un animalito que solo respondía ante el instinto de supervivencia, el que dictaba que se fuera de allí, que se alejara de la morena de forma inmediata por más que doliera. Sus labios, incapaces de pronunciar palabra alguna, se fruncieron por una fracción de segundo antes de aparatar la mirada de esos ojos azules intensos y profundos como el mismo mar, en ese azul en que tantas veces se perdió solo para encontrarse en la mirada de la morena que la mayoría de las veces la encontraba con una sonrisa; sintió una ola de temor recorrerle el cuerpo que se magnificó sobre su espalda provocándole un estremecimiento de dolor, un dolor que se reflejó en su expresión a tiempo que cerraba los ojos dando un giro de 180º que pretendía ser el movimiento inicial para su huída que no sería tan rápida como pretendía, ni siquiera llegó a dar el primer paso para alejarse de Yulia que ella le tomó la muñeca derecha.
Fue un agarre tan suave y delicado que puso fin a la cruel tortura de no poder sentirse, el tacto cálido de la morena envolvió la muñeca de la pelirroja generando que una corriente eléctrica las recorriera de pies a cabeza, algo permanente en medio de tanto cambio.
Y: "Elena." Susurró sin atreverse a dar el paso que lograría romper toda distancia con la pelirroja para abrazarla por la espalda como tantas otras veces; y aunque usó el <Elena> que solía emplear para marcar una distancia con le pecosa, su susurro imploraba que no se fuera.. era eso lo que tanto temía, perder el amor propio y la dignidad que le quedaba al ver a la hermosa pelirroja que ya no podía proclamar como suya.
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Ella me recuerda a él.
Fanfic¿Es posible volver a nacer? Yulia cree que si, que la vida le dio esa oportunidad después de haber transitado varios años de no encajar con quien se suponía debía ser. El costo ha sido alto puesto a que sus temores a ser juzgada y rechazada la orill...