Sobre la ruptura y el tiempo de recuperación.

Día 19 después de la ruptura. (21 de junio de 2017)

Sentada en la orilla de mi cama, observando a la ventana mientras enciendo un cigarro. Sólo sigo pensando en ella, todo el tiempo pienso en ella. En especial, en su ausencia. No estaría ahora haciendo lo que hago si ella estuviera aún conmigo. Todo esto tuvo una consecuencia. Perderla a ella, perderme a mí, agrandar mis problemas por falta de interés, mi insomnio que es preocupante porque suelo dormir 3 horas en la noche, el quererme encontrar en cualquier cosa que antes me hacía feliz, el perder mi esencia. Aún no pierdo lo último completamente, puesto a que sintiéndome así, no he dejado de sonreír, no he dejado de bailar ni cantar. Pero he perdido la curiosidad, la pasión por las cosas, el interés en personas, el sabor de todo. Ahora, todo es insípido. No le encuentro sabor al bailar, a la música, a un buen helado, a un viaje, a nada.

Y sí, he vivido con la ilusión de que, como me dijeron desde pequeña, el tiempo todo lo cura. Que sólo es cuestión de centrarse en cosas más relevantes y formativas, quizá más atractivas. Pero he aquí mi problema; ¿qué tal si aún no quiero curar la herida, y sigo presionándola? Esta herida se hace cada vez más grande por miedo al olvido y a los finales. No sé cuál sea el motivo de negarme al olvido, no sé si sólo soy muy apegada o hay una razón más allá, no sé si sea porque ahora siento que falta una gran e importante parte de mí que ella se llevó cuando se fue. Es que extrañaré tanto todo, la costumbre en especial. Verla siempre pedir el mismo refresco en los restaurantes, usar la misma chamarra, la loción que tanto quise, el estar pidiéndome cigarros todo el tiempo, los besos que me hacían caer a ella, los mismos chistes e historias, las palabras extranjeras que usaba. Todo eso se fue directamente a la mierda sin razón lógica; y es algo que me está matando, que ella supiera de ésta ansiedad, y aún así, me haya dejado culpándome por hacer algo mal, mientras que ella sabía que nunca fue esa la razón. Me dejó sabiendo que estaría como estoy ahora, comiéndome viva intentando encontrar una razón lógica a su partida.

Y aquí estoy, terminando mi tercer cigarro en el mismo sitio donde empecé a escribir, mientras trato de lidiar con la ansiedad y con mi desesperación.