La verdad - parte 2

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Viajábamos por la ciudad en busca del hospital en donde ocurrió todo. Elichi caminaba a mi lado bastante nerviosa, más bien aterrada. Para nadie es fácil enfrentar su pasado, mucho menos uno tan cargado como el suyo. Es ahí cuando reflexioné sobre la amplia diversidad que existe en cuanto a los problemas, como he escuchado por ahí, "nadie recibe más carga de la que puede soportar", y si me baso en ello, mi novia es realmente fuerte.

Nos adentramos en el centro de la ciudad, era bastante helada la mayoría del tiempo pero, el día de hoy se sentía un poco más cálido. Su mano no estrechaba la mía bajo ningún motivo, pero de vez en cuando sentía su mano derecha sobre mi hombro, y disimuladas pero amorosas miradas de su parte. Ella no llamaba la atención como solía hacerlo en Japón, de hecho, nunca en mi vida había visto a tantas jóvenes rubias. En cambio, la que recibía las miradas era yo, una chica japonesa.

- Tranquila, es solo que ver a alguien como tú en estos lares es algo inusual... - Me sonrió. - No pueden negar lo hermosa que eres...

- E-Elichi... - Me sonrojé un poco, pero debido al viento que había todo el calor de mi cuerpo se esfumaba.

- Ven, ya falta poco para que lleguemos...

- Sí...

Caminamos unos minutos más hasta que por fin logramos divisar un gran edificio. Eli me sonrió e indicó entrar junto a ella. Cuando lo hicimos, su rostro se volvió pálido. Preguntándome el por qué, logré divisar a un hombre alto de cabello rubio y ojos azules, junto a una niña de la misma apariencia, sólo que su cabello rubio era un tanto más claro. Ella sonrió ampliamente al mirar en nuestra dirección, pero el hombre hacía todo lo contrario. Volví a mirar a Elichi, y en su rostro había una clara melancolía. Fue ahí cuando deduje que el hombre y la joven frente a nosotras eran nada menos que su padre y hermana menor.

- Elichi, ¿estás bien?

- Sí, estoy bien, vamos. - Siguió caminando hacia adelante, sin dejar de mirar a aquel hombre.

Su hermana intentó muchas veces ir hacia nosotras, pero su padre se lo impedía a toda costa. Elichi se dirigió a la recepción del hospital para preguntar sobre un médico en específico. Cuando le dieron la respuesta que quería, le pidieron que esperara unos minutos, lo cual hicimos sentadas en unos sofás cerca de la recepción.

- ¿Estás segura que está bien no ir a saludar a tu hermana?

- Sí... si lo hago, sólo le traeré problemas, no quiero que ese hombre la castigue o la haga sufrir...

- Entiendo... - Mire a todas partes, aunque era normal que en un hospital hubieran cámaras, me sentía frustrada de no poder abrazarla, besarla o consolarla como se debía, me sentía inútil de esta manera, pero no hay nada que pueda hacer, estamos en un lugar lejos de casa, o en mi caso, yo lo estoy, porque para Elichi este es su hogar.

- Señorita Ayase, el doctor la está esperando en su oficina, por favor suba al tercer piso, salón C34. – Dijo la recepcionista.

- Muchas gracias. – Elichi hizo una leve reverencia y nos dirigimos en silencio hacia el lugar destinado.

- Elichi, ¿cómo te sientes?

- Nerviosa, asustada, pero tengo que hacerlo, necesito saber qué y por qué mi madre hizo eso por mí, necesito saberlo... - Apretó sus puños con fuerza, dio un largo suspiro y tocó la puerta indicada.

- Adelante. – Escuchamos desde el interior.

- Con permiso. – Dijimos al mismo tiempo.

- Buenas tardes, Ayase-san... - Me quedó mirando confundido, por lo que me presenté.

Deseos y emociones rápidos, pero compartidos (NozoEli)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora