La verdad

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Eli POV

- Bueno, ahora que estamos instaladas en el avión, es hora de que me cuentes qué sucede...

- Nozomi... ¿es necesario?

- Ya te lo dije incontables veces... por más que intentes evadir el tema, seguiré con la misma insistencia...

- Tengo miedo...

- ¿De que sepa tu pasado? Elichi... tu sabes el mío, estamos en una relación... así que te guste o no, te amo, y por lo mismo me intereso en ti... - Infló sus mejillas, a lo que sonreí y besé su frente.

- Está bien... te lo diré...

- Escucho...

- Esto pasó... hace unos años atrás...

Flashback:

- Elichika, sé que te sientes presionada por el tema de la universidad, pero no deberías beber tanto...

- Agh déjame en paz... el alcohol es lo único que me mantiene viva...

- ¡Mou! Si sigues así... terminarás por dañar tus riñones...

- Que se dañen... porque todos mis órganos no sirven para nada...

- ¿Por qué dices eso? Eres una joven con un brillante futuro por delante...

- ¿Futuro brillante? Ja...Jajaja... - Reí burlescamente. - ¿Piensas que esta joven a la que llaman escoria merece un futuro brillante? - Golpeé la botella de vodka sobre la mesa.

- ¿Escoria? ¿Quién te dice así?

- Mis compañeros... mi propio padre... todos piensan que soy una escoria... - Doy otro sorbo. - Sé que incluso tú lo piensas... hic...

- Eso no es cierto... Elichika por favor... si no te cuidas... - En ese momento, a ella le dio una fuerte tos, una que no cesaba por más que ella lo pidiese.

- Aléjate de mí... o la escoria que soy te matará...

...Y lamentablemente así fue. Ese fue uno de los últimos días en que tuve una conversación con ella. Me dio una infección renal, me dijeron que mis riñones ya no funcionaban más. Pero eso no era lo peor, ell alcohol no era mi único vicio. También lo era el cigarro. Estaba atacando a mi cuerpo con tantas cosas que, no dio más. Me escapé del hospital sin haber sido intervenida. ¿Trasplante? ¡Ja! Como si en Japón ya no hubieran muertes debido a ello. Decidí tener una muerte un poco más a mi estilo. Me dirigí, como pude, a una de las montañas o cerros más cercanos, eran escasos y pequeños, pero era suficiente con tal de que estuvieran alejados de la ciudad. Prefería morir en medio de la naturaleza que encerrada y postrada en la cama de un hospital. No apreciaba mi vida, nadie la apreciaba tampoco. Mi padre no hacía más que criticarme, me decía que debería ser un mejor ejemplo para mi hermana Alisa, a quien amo más que a mi vida. Ella es la única familia que considero me queda.

Llegué a tal montaña en taxi, el conductor me miró raro pero no le importó, le pagué y le indiqué el lugar. Me dirigí hasta la cima. No tenía nada más que una bata de hospital puesta. Sin zapatos o algo que cubrieran mis entonces lastimados pies. Miraba hacia el leve acantilado con la intención de tirarme pero, sería muy cobarde de mi parte, deseaba con toda mi alma que la primera persona en retorcerse de la culpa fuera mi padre, el frío dictador que nunca se interesó en mi bien estar, sino en la imagen que yo brindaba a la familia. El lugar era fácil de encontrar, la diferencia es que no era muy transitado.

Pasé horas en la intemperie, esperando la llegada de la muerte. Comencé a toser sin control, vomité sangre y, sentí una gran opresión en mi pecho, mi brazo izquierdo se durmió por completo, y ahí fue cuando noté que mi corazón tampoco estaba bien, me estaba dando un ataque. A lo lejos, escuché unas voces, posiblemente la de mi madre y hermana. Sonreí satisfecha y, colapsé en el lugar.

Deseos y emociones rápidos, pero compartidos (NozoEli)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora