Tú y yo

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Eli despertó de aquella siesta con el aroma de la comida; abrió sus ojos lentamente, siendo levemente cegada por los finos rayos de luz que lograban irrumpir en la habitación. La rubia se sentó en la cama y comenzó a estirarse tal y como si hubiera tenido el mejor descanso de su vida, aunque en parte pudiera ser verdad. Una vez sus ojos azules se acostumbraron a la tenue luminosidad del lugar empezó a buscar con ellos a su novia, Nozomi. La mayor de ambas se encontraba tranquilamente apoyada en uno de los muebles de la pequeña cocina que contenía aquel departamento; se notaba algo tensa, pero a la vez relajada, una extraña combinación bajo la percepción de Eli, pero ella sabía que el problema era otro; Nozomi estaba teniendo una lucha interna.

Sin pensarlo dos veces Eli se dirigió hacia su preocupada novia y la rodeó con sus brazos; el repentino contacto sobresaltó a la peli morada, sin embargo, una vez el familiar roce y aroma que desprendía la rusa inundó sus sentidos, logró ceder al calor corporal de su novia. Cesó toda actividad que estaba realizando hace un par de minutos para no arriesgarse a incendiar el lugar y, una vez segura de haber tomado las medidas necesarias, recargó su cansada cabeza en el hombro de la menor, disfrutando las caricias que esta le brindaba a su cabello.

—¿Sabes? Siempre he amado tu cabello, Nozomi — susurró levemente en la oreja de la mayor, provocándole escalofríos.

—No recuerdo que me lo hayas dicho antes, pero de tan solo notar la forma en que me mirabas cada vez que lo soltaba de mis coletas, tenía la noción de que te gustaba — posó su mano izquierda sobre la suave mejilla de la rubia y le proporcionó traviesas caricias.

—En realidad, me encanta todo de ti — besó su cabeza con ternura —. Desde tus pies hasta tu cabello, todo en ti me encanta.

—Despertaste galante, Elichi — rieron ante el intercambio que estaban teniendo.

—Por ti seré la más galante de todas si es necesario... — besó el cuello de la mayor, provocando un ligero suspiro de satisfacción en esta —. Si tan solo pudiéramos permanecer así por siempre.

—... — notando la preocupación y ansiedad en el rostro de su novia, Nozomi decidió terminar la conversación y entrar en un tema más serio e importante —. Elichi, ¿podemos hablar?

—¿Mmm? Por supuesto — la rubia la miró con extrañeza, incluso ladeó un poco su cabeza, lo que causó ternura en Nozomi y por poco cedió ante la tentación de comerse a besos a Eli, pero no podía olvidar la conversación que estaban a punto de tener... malditas hormonas.

—Ejem — aclaró su garganta mientras intentaba dejar atrás su deseo —. Es respecto a tu padre...

—Umm... — Eli no pudo evitar sentir resentimiento ante la sola mención de esa persona; Nozomi obviamente lo notó, pero decidió que ya era hora de que Eli madurara.

—Eli — la mención de su nombre sin honorífico petrificó a Eli, ella sabía que Nozomi solo la trataba así cuando estaba enojada o a punto de perder la paciencia. Fuese lo que fuese, tenía que dar una respuesta lo suficientemente complaciente.

—N-No sé qué decirte, Nozomi — maldijo internamente su estupidez —. Lo único que puedo decirte es que tengo miedo de que algo te pase... temo por tu vida y la de los demás... temo por mi vida.

—Elichi — sabiendo que Eli estaba teniendo pensamientos estúpidos sobre sacrificio y lástima hacia ella misma Nozomi puso fin a esas niñerías —. Escúchame bien, Ayase Eli.

—¿N-Nozomi? — la mirada de extrema confusión y curiosidad de Eli casi hizo reír a la mayor, pero esta vez, al parecer, tendría que ser más dura de lo común.

Deseos y emociones rápidos, pero compartidos (NozoEli)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora