Capítulo 6

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Llegamos al gran mural, una pintura de grandes dimensiones del Che Guevara, acompañados por las tres integrantes del nuevo cineclub.

Cuando Karenino mencionaba que el cine en la universidad se iniciaba con este mural, tenía toda la razón. No sólo era el mural más famoso del campus, sino que era el mural del Che más famoso de todas las universidades públicas del país. Y esto sucedía por la técnica de pintura que se había empleado para su creación. Muchos años atrás, un artista singular lo pintó y pasaría a la historia universitaria por su gesta. A partir de ese momento se conocería con el sobrenombre de El Pipicasso, y esto fue así porque el sujeto lo pintó con su...

—¡Pene!... ¿con su pene? —dijo sorprendida una de ella, y luego miró con una risa contenida a sus dos compañeras de cineclub.

—Así como lo oyen niñas... con el mismísimo miembro —confirmó Drugo.

Las tres primíparas se rieron entre ellas.

—No nos creen —hablé yo para todos.

En ese momento una de ellas se aleja un poco, prende una cámara de video que traía consigo, y comienza a detener a estudiantes, y a preguntarles. Después de hacerlo con tres transeúntes vuelve con nosotros

—¡Es cierto.... me dijeron que es así! —habla a sus amigas y revisa con ellas lo grabado en la pantalla de la cámara.

—Un momento pero... ¿cómo lo hizo?... ¿si es posible? —pregunta la tercera de ellas—. ¡¿Y aún tiene su pene intacto para celebrarlo?!

Todos nos reímos menos Karenino.

—¡Huy claro... de pronto este fue el primero y el último mural que pudo hacer... ya después no hubo pene para más! —sentenció Drugo.

—Espera un momento... que estás diciendo... ¿que allí en esa pared además de pintura debe haber pedacitos orgánicos de...? —dije haciendo un puchero.

Todos nos volvimos a reír, menos Karenino.

—Pues sería apena lógico... finalmente en cada cuadro pintado siempre quedan restos del pincel —intervino Tarot produciendo un silencio.

—¡Pues no es cierto... todo depende de la calidad del pincel! —corrigió Karenino.

Todos nos miramos, pasaron dos segundos de quietud y, nos estallamos de la euforia.

—¡Obvio... que más se podía esperar de una conversación donde la frase "conocimiento de técnicas de pintura" brilla por su ausencia! —recriminó Karenino con molestia, y ellas se callaron pero nosotros seguimos riéndonos.

Las primíparas se miraron con cara de qué pasó acá, desconcertadas con la actitud de Karenino.

—Niñas... les presento a Karenino —dije yo para recuperar el buen ambiente.

Las cineclubistas lo saludan de mano pero una de ellas no contuvo la risa, entonces otra le golpeó el brazo para que se callara.

—Veo que tu risa denota desconocimiento de cine —dijo Karenino con total seriedad y llevándose una de sus manos a la barbilla, como si fuera un analista en acción.

La aludida miró a sus amigas intentando buscar ayuda con el impase.

—Se refiere a que de pronto no sabes de qué película se escogió su nombre —dije yo en plan de rescate.

—¡Claro... de la película Karenina! —contestó la aludida.

—¡De Ana Karenina... la versión de Wright! —corrigió Karenino con altanería.

—¡Claro... me encantó... y también Orgullo y Prejuicio... las amo! —habló otra de ellas

tratando de llevarse la atención de Karenino.

—Realmente su nombre es Ano Karenino... pero obviamos el ano porque no tiene —intervino Drugo, haciendo retornar el silencio, pero por unos segundos, luego reímos con ganas, incluso Karenino.

—¿Y todos tienen nombre de películas? —preguntó la de la cámara, prendiéndola y dirigiéndola hacia nosotros, sin objetivo fijo, grabando a todos.

—No... bueno está Drugo... —contesto.

—¡Por la Naranja Mecánica! —dice una de ellas.

—¡Me encanta Kubrick! —dice la otra.

—Y bueno está Tarot...—digo mirandolo—, que no es por ninguna película en particular, sino por todas... difícilmente exista alguien que sepa tanto de películas.

—¡Él es el de la presentación con las carátulas que nos contaste! —preguntó la de la cámara.

—¡Sí claro... fue impresionante! —dijo una de ellas mirando a Tarot con alegría.

Drugo entonces, sin evitar hacerlo, golpea en un costado a Tarot sin preocuparse de pasar inadvertido.

—¿Y tu nombre cuál es? —finalmente me pregunta a mí.

—A mí me dicen Elde.

—¿Elde?

—¡Ese si no nos suena para nada!

—Es que no tiene nada que ver con el cine —les aclaro.

—Le decimos Elde porque él es el... de... mostrar —aclara aún más Drugo, limpiándome el hombro y acomodándome mi blazer.

Obviamente, como suele ocurrir, las tres se ríen.

—Y ahora les toca a ustedes presentarse —quise avanzar un poco más.

—Ok... Yo acabo de entrar a estudiar Filosofía, pero ya estudié Tecnología Eléctrica... en una universidad privada.

—Yo entré a estudiar Administración del medio ambiente. Aunque ya hice unos semestres de Agronomía... en otra universidad... ¡también pública!

—Y yo... entré a estudiar Química, y no... he estado en una universidad antes... ¡y cómo pueden ver me encanta grabar todo!

—Lo vemos perfectamente —menciona Karenino con fastidio.

—Bueno pero... nosotras no tenemos nombres de películas o algo así.

—Entonces yo las bautizo —enfatizó Karenino ahora con entusiasmo.

Las tres se miraron y aceptaron también con evidente entusiasmo. Todos entonces le prestamos atención a lo que diría Karenino.

LOS CINECLUBISTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora